domingo, 6 de marzo de 2022

Una historia para contar. La ciudad del caos, capítulo 12

La ciudad del caos

Capítulo 12


Esa noche, para mí, iba a ser, como dice una canción, una noche de paz, una noche en la que podía olvidarme del trauma que viví ese día, desde la búsqueda de los niños, hasta el rescate de Magalí. Pensaba que esto terminaría, pero no. 


Tuve un sueño en el que, ya no me vi como Lorena, sino como Magalí. En el sueño, vi a un hombre que me apuntaba con la pistola en mi cabeza diciéndome, "¡ahora sí que te mueres, te mueres!"

aún no era el día siguiente, sino media noche. 

Me levanté asustada por ese sueño. Pensamientos de tormento pasaron por mi mente. Ya no podía soportarlo más. 

Bajé al baño, hice lo que tenía que hacer, subí de nuevo a mi cuarto para, al menos, intentar dormir de nuevo, pero el miedo me invadía. 

"¡Ya no puedo más!" me dije, por lo que fui a cada una de las habitaciones a levantar a mis tíos y a Magalí, para reunirlos en la sala. 


—Lore, —me preguntó mi tío. —¿Por qué no puedes dormir?

—¿te acuerdas que te dije que mañana te iba a responder la pregunta que me hiciste del por qué arriesgué mi vida ayudando a la policía? —respondí. —Pues bien, ya no pude soportar más tiempo. 

Pero antes, le conté el sueño que acababa de tener. 

—¿Pero qué tiene que ver el sueño con lo que me vas a responder? —me pregunta mi tío. 

—No sé si te enteraste, —contesté. —Pero, —y le conté sobre la noticia de los dos presos que habían escapado, que estos eran nada más y nada menos que los que hasta ese momento se hacían decir llamar los padres de Magalí y cómo es que ayudé a la policía en la búsqueda. 

Mientras aún estábamos hablando, se escuchan golpes desde la puerta de la casa, así que corrí a abrir. 

Cuando la abrí, vi a unos oficiales. 

—Buenas noches. Venimos por Magalí. dijo uno de ellos. 

—¡Pero ella no hizo nada como para detenerla! —dije. 

—Solo la buscamos para que declare, para que cumpla la función de testigo. —Dijo. 

—Ella no será la única que declarará. Contesté. Yo también la acompañaré. 

—Nosotros también, agregaron mis tíos. 


Así que todos, en plena media noche, fuimos a la delegación.


Ya en el cuarto de interrogatorio, el agente del ministerio público me preguntó. 

—¿Conoces a estos sujetos, a los que ayudaste a la policía para que los capturen? 

—Sí, contesté. Es ahí cuando recuerdo que ellos ya una vez habían sido detenidos por robar comida a nuestros vecinos. 

Todos esos recuerdos de ellos se los transmití al oficial. Al final añadí. Pero Magalí, ni enterada, aunque sabía que ellos algún día iban a recibir su castigo. 

aún no terminaba de hablar, cuando alguien se presenta de forma imprevista. 

—¿Pero quién es? preguntó el agente del ministerio público. 

—Soy un oficial de la policía nacional, y vengo a declarar sobre el caso Magalí. Respondió. 

—Adelante, declare. Dijo el agente del MP. El oficial lo miró y dijo. 

—Vengo siguiendo los pasos malos de esta pareja desde hace 8 años. No actuaban solos. Tenían una organización criminal dedicada al secuestro de niños y adolescentes, a su reclutamiento en el mundo del ampa y al sicariato. Esta pareja malvada, al ver que su organización poco a poco iba cayendo gracias a nosotros, decidió cometer otro delito más, robo. Esta niña había sido secuestrada de sus verdaderos padres. aún no se sabe nada de ellos.


Es ahí cuando se me ocurre sacar mi celular y mostrar la noticia que aquella vez había visto. El agente al ver esto dice. 

—¿Aldana? de lo poco que sabemos, es la hermana gemela de Magalí. Ella también fue secuestrada por la pareja. Como ellas, muchos niños, niñas y adolescentes, como ya dije, fueron secuestrados por estos 2 malhechores. 

—¿Pero, qué tenían contra los padres de los secuestrados? pregunta el agente del MP. 

—Todo fue por envidia, responde el agente de la policía. Vieron que vivían cómodamente y quisieron vengarse.

Cuando les tocaba declarar a mis tíos, ellos solo dijeron que no sabían casi nada más que la captura de los supuestos padres de Magalí.

Justo en el momento en el que declararía Magalí, se puso a llorar y con todo el dolor de su corazón dijo: 

—¡ellos me pegaban si hacía mal algo! pero no solo eso, ¡me pegaban en todo momento!


—Con todas estas declaraciones, dijo el agente del ministerio público, hay pruebas suficientes para iniciar un proceso en contra de Juan Pablo Martínez y su esposa por los cargos que se les imputan.


Con esto, al menos, íbamos a estar más tranquilos, y así fue que pude, o mejor dicho, pudimos ya lograr dormir hasta el día siguiente.


A la mañana siguiente, siendo ya sábado, nos levantamos aunque un poco más tarde de lo habitual, preparamos y tomamos el desayuno y, al terminar, nos pusimos a platicar sobre lo de ayer, y qué podíamos hacer con Magalí. 

Después de debatirlo mucho, decidimos que buscaríamos a sus verdaderos padres, para que ella ya no esté más triste. Nuestra esperanza era encontrarlos, pero vivos. Y si aún así los encontrábamos muertos, al menos, los vería por un momento y les daría el último adiós. Pero, de nuevo tendríamos que solicitar apoyo de la policía nacional, dije. Es más. Otra vez tendré que vivir otro trauma para arriesgar mi vida. 

—Lore, interrumpió mi tío. —Los peligros se enfrentan en familia. ¡Si tú pudiste, nosotros también!

—De acuerdo, dije con un poco de miedo, pero empecé a pensar en la tristeza de Magalí, lo que me dio valor para iniciar la búsqueda junto a mis tíos.


Fuimos averiguando lugares, incluso una vecina nos dijo que ellos habían trabajado en una tienda de ropa llamada "Lo de Laura". Preguntamos dónde quedaba esa tienda de ropa y además preguntamos cómo se llamaba la mujer a la que buscábamos, ya que sabíamos sobre su esposo, pero ella hizo más que escaparse, y no dio ni la cara, ni su identidad.

—Dice llamarse Aitana. Pero no sabemos si en realidad es su verdadero nombre o está inventándose una trampa para lograr, de alguna u otra manera, escapar de la policía. Dijo la vecina, quien varias veces trató de denunciarlos por discutir con su hijo discapacitado hasta casi matarlo. Pero, ese trato de denunciarlo, no fue aplicado, ya que ella siempre les robaba el celular, no tenían teléfono fijo. 

Eran una familia de empresarios, el esposo fue heredero de una empresa de ingeniería fundada por el padre de este, lo cual le daba una buena fortuna. Y ella, fundadora de una empresa con especialidad en ropas y perfumes femeninos. Así que sus riquezas no les daban problemas para poder comprarse un celular por cada intento de denuncia, pero era más que eso. Su hijo tenía una discapacidad motriz. Ellos debían pagar a un asistente personal, la ida al colegio privado, idas a fisioterapia y los bienes de toda la familia. entre estos, ropa, alimentos, etc. Y en fin, les dio pena dejar el intento, pero no querían perderlo todo por denunciar a unos vecinos ladrones, drogadictos según ella, y además secuestradores y mentirosos.


Luego de saber sobre toda esta historia, nos pusimos a buscar la tienda "Lo de Laura" dónde  se ubicaba. 

La encontramos, pero al llegar, vimos un cartel que decía: "Cerrado hasta el 15 de octubre".


—Eh, ¿hasta el 15, 15, 15... de octubre? —Dije extrañada. —Recién hoy es 28 de setiembre, pero que la tienda esté cerrada hasta el 15 de octubre, esto es una tontería. Dijo mi tía.

—¡Lo es! ¡y encima que lleva 2 meses cerrada! Dijo Izzy, una amiga mía que venía pasando de imprevisto, metiendo ojo, oreja, nariz y boca en el asunto.

—¡Pero Izzy! —Dije asustada. —Me sorprende que andes por acá, loca. 

—Aj, sucede que... 

—Ne, —Le interrumpí antes que dijera algo. —no me vayas a decir que más niños desaparecidos...

—No, Lore. El caso es que... Laura es... dijo Izzy con algo de nervios. 

—¿Es? Preguntó mi tía.

—¡Es la directora del liceo! Gritó.

—Ah, ¿estás segura?

—Sí. Hace unos días asumió al cargo por renuncia de Silvia, la directora anterior.


Luego, con Isabel (o Izzy como le digo yo) acordamos para ver si podíamos hablar con ella el lunes en hora de recreo, interrogarla a ver si sabía algo sobre toda esta enredadera de cosas.


Y así fue. Dos días después de haber hablado con mis tíos para descansar y seguir el lunes, fuimos en el bus al liceo. 

Izzy estaba más concentrada en todo este asunto que en las clases. Y yo durante un buen rato tratando de ubicarla. 

Hasta que en un momento, la profesora de matemáticas descubrió todas las cosas, ya que de alguna forma, algunos de mis compañeros de curso, y sin que yo lo supiera, estuvieron involucrados en el asunto, a escondidas tratando de ayudar. Varios de ellos le contaron a la profesora lo sucedido. Ella le preguntó a Izzy. Le dijo que sabía lo de la tienda de Laura, cuya tienda estaba cerrada y que llevaba más de un mes así. Era uno de los hijos de la dueña de la tienda quien cambiaba los carteles, pero nunca se les ocurrió en vez de poner, "Cerrado hasta el 15 de octubre", poner: "Cerrado definitivamente por falta de recursos", o por cambio de trabajo... algo por el estilo.


Nos permitió que fuéramos a hablar con ella a la dirección durante el recreo a ver qué nos podría decir o aclarar.


Al llegar el momento exacto, fuimos y allí estaba ella. Vestida con uniforme, llevaba unos zapatos negros con tacos algo altos y una cara de bienvenida cuando nos recibió.


—¡Hola, chicas! ¿En qué las puedo ayudar?

—Directora, esto es un tema bastante serio y requerimos de su ayuda. —Dijo Isabel.


Yo pasé a contarles la historia, de la que mi compañera no sabía mucho, y luego, la directora nos contó la historia de cuando los secuestradores a los que buscamos, trabajaban en su local.


—Era un 10 de julio hará unos dos años. Se me presentó una pareja que buscaba trabajo, para ese entonces yo trabajaba en un local de venta de ropa y otros artículos. Sus nombres, Juan Pablo Martínez y Aitana Costa. Para ese entonces con una niña de 6 años llamada Magalí y su gemela, Aldana. Ambos aseguraban que ellas eran sus hijas, estaban pasando por una situación bastante fea en cuanto a lo económico. La mamá de Juan Pablo estaba muy enferma y quería hacer todo lo que fuera para poder ayudarla ya que su hermano, quien no hacía nada, era un drogadicto y siempre andaba metido en algunos (o varios) negocios extraños con gente rica.

Cuando los contraté, iba todo bien. Pero, luego de unos meses, comenzaron a suceder cosas extrañas.

Cierto día dijeron que iban a llevar a las niñas al trabajo ya que no tenían con quién dejarlas. Pero estando ellas, se armó el caos. 

Fue raro, ya que ambas decían "Extrañamos a mamá y a papá", siendo que ellos estaban ahí cerca, aunque estaban trabajando.

A la noche, cuando yo me disponía a limpiar el lugar para luego cerrar (y esto sucedía ya desde antes que llevaran a las niñas) me encontraba con cosas faltantes. Faltaban camisas, bolsas, abrigos, bufandas, varias cosas que habían ordenadas en una estantería.

Y lo que pasó luego fue que mi hija mayor, Josefina de 19 años para ese entonces, fue hasta su casa a entregarles un dinero, y allí nomás fue que descubrió que los objetos faltantes en mi tienda estaban en varios cajones desordenados en la casa.

Así que los despedí. Luego me enteré que Leila, mi vecina, sabía un montón de cosas sobre ellos que no sabíamos. Por ejemplo que las niñas en realidad no eran suyas, sino que en realidad habían sido secuestradas por ellos. 

Siempre habían deseado tener un hijo, pero por unos problemas de salud no se pudo. Según ellos fueron adoptadas. Pero mi vecina sabía toda la verdad, ¡ya que ella es hermana de su verdadera madre!


Nos quedamos atónitos al escuchar este testimonio, así que le pedimos a la directora que denuncie, pues entre más denuncias, la pareja pasaría más tiempo en prisión, y que Leila declare, que sea testigo.

Se hicieron las clases normales. A la hora de salida fuimos a la delegación para que la directora denuncie. En el camino, nos encontramos con otra agente de la policía nacional, quien nos saludó y nos dijo. Buenas tardes. Mi nombre es Carlota. Pero antes de que pudiese seguir hablando, vimos a unos metros una escena macabra. Unos hombres estaban al lado de Leila. Ellos la intentaban ahorcar.

Entonces uno de ellos volteó a mirarnos. En cuanto nos vio, le hizo una seña a otro compañero, a quien llamó "jefe", y acto seguido a los otros que lo acompañaban, que andaban de espectadores viendo a ver qué otra víctima se acercaba, a ver si como no podían solo con Leila, podrían entre todos con las demás.

Pero no. Dejaron de mirarnos y siguieron tratando. Siguieron tratando de ahorcarla, cuando de repente, la oficial que estaba con nosotros, la que aún no acababa de presentarse, levanta la mano. Y como por arte de magia, aparecen como 20 agentes más en el lugar.  Uno de ellos grita: 


—Policía, ¡al suelo!

Se oye un disparo. Mientras todo eso sucedía, nosotros alejamos a Leila para que no le suceda nada.


Más pronto que tarde, los agentes se llevan a los hombres.

Estando todo un poco más tranquilo, llegó el momento de declarar para Leila. 


—Yo conozco a esa familia desde hace ya varios años. El supuesto padre, antes de dedicarse a lo que hace ahora, trabajaba como repartidor de productos en una fábrica. 

Pero llegó un tiempo en que dicha fábrica se fundió... Ni dos años duró el empleo. Cierto día, lo escuché hablar con una amiga mía que a su vez era amiga de la mujer, y le dijo: "Mira, estaba trabajando de repartidor en una fábrica. Pero al año y 10 meses, la empresa se fundió y bueno, varios quedamos sin empleo. Lo que no entiendo es el porqué; siempre que ingreso a algún empleo, se funde. y entonces, he tomado una irreversible decisión. No trabajaré de más nada. Nos buscaremos una mejor forma de vivir sin trabajar. No importa, aunque sea robar... cualquier cosa que hagamos me da igual". Y sí, de ese modo empezaron los problemas. 

Cuentas sin pagarse, el alquiler de la casa, la comida... todo eso en fin. pero en un momento, la madre de Juan Pablo se enfermó de gravedad y fue él quien debía encargarse de su cuidado ya que, el hermano de este, andaba metido en otras vueltas. Con drogas, asesinato, robos, acoso y un montón de cosas que no voy a nombrar. 

La mujer, Aitana, no trabajaba. No había completado el siclo básico de secundaria y para ser así, se le complicaba la búsqueda de empleo. porque en varios, por no decir todos los oficios, es obligatorio tener completado al menos siclo básico. 

En una de sus búsquedas, tuvo suerte. Consiguió trabajar como secretaria en un local de ventas de ropa, cuya propiedad pertenecía a la directora del colegio número 25 de la ciudad. 

—¡Ahí estudio yo! —dije. 

—Exactamente, pero sigamos. La cosa fue que un día, ella no tenía  con quien dejar a las niñas y decidió llevarlas al trabajo. Fue mala idea, porque tenían 6 años en ese entonces y no tenían la suficiente paciencia que un chico de 15 años yendo con sus padres a su trabajo y buscando formas de matar el aburrimiento. A ellas hacer la misma actividad (jugar con las muñecas que se llevaban) les aburrían. y lo que pretendían hacer que realmente mataba el aburrimiento, era: Correr, saltar, gritar, desordenar todo el local. 

A la noche, momento en que cerraban y limpiaban, se encontraron con cosas faltantes en varios estantes, algunas bolsas, cajas, envases... Y sí, estaban en zonas bastante inseguras; zonas que hasta un niño lograba alcanzar y llevarse lo que encuentre. 


Luego de la declaración de Leila, la policía encontró otros antecedentes de esta pareja. 

En su historial no decía que el padre vendía productos en una fábrica, ni que los repartía. Era una trampa que les juró a su vecina y a otros de los suyos para no caer. Él formaba parte de la empresa de venta de drogas que integraba su hermano. Era el cofundador. 


Pero abía más. Esta, ya no empresa, sino organización criminal, no solo se dedicaba al narcotráfico, sino también al secuestro de menores de edad(niños y adolescentes). La policía fue a allanar el colejio como parte de las inbestigaciones y encontraron escritos ocultos, en los que los secuestradores amenazaban a los padres con pagar el rescate de sus hijos. Entre más evidencias encontraban, más tranquilos estábamos. Varios habitantes de la ciudad no pudieron aguantarlo por más tiempo, y fueron a denunciar a esta organización, pues la mayoría de las familias havía perdido a un hijo por secuestro.

Unos días después, cuando ya era sávado, mi madre, como siempre, me encargó que no le abra la puerta a nadie. Mi tío estaba durmiendo en su avitación. Ella se fue al mercado con mi tía, y yo me quedé con mi tío dormilón y con Magalí. Estábamos tranquilos, cuando desde a fuera se escucha una voz de mujer. 

—Abran la puerta, ¡o la rompo! 

No sabía qué hacer, pero me dije a mí misma. Esto lo hago por Magalí, ¡por mi familia! ¡Me arriesgaré! así que corrí a abrir la puerta. 


—¡Ajá! ¿así que tu y leila fueron las chismosas que le contaron todo lo de nosotros a Carlota? Me quedé pensando en lo que me dijo la mujer. Pero, ¿QUé tiene que ver la agente que nos ayudó en el caso? me dije. 

—No, le respondí a la mujer con miedo. 

—¡No te hagas! me dijo ella. Ahora, si no quieres morir, me vas a tener que pagar el 50% de lo que tu familia gana. 


Pero mientras estaba haciendo ese trato con migo, escuché un disparo. 


¡Pum! 

Ambas nos asustamos. Es ahí cuando vi a la oficial que nos havía ayudado esa tarde. La mujer que hablaba antes con migo se acercó a ella. 

—Si crees que eres valiente, enfréntate con migo a plomazos. 


Aquella mujer, ¡era aitana! Sin embargo, la reconocí tarde. 

De inmediato, ambas llevaron su discusión fuera de mi casa. Yo me quedé asustada, pero luego agarré valor, cerré la puerta de la casa y suví a ver cómo estaban mi tío y Magalí, pues ella al escuchar a aquella mujer tratando de entrar se suvió con mi tío. Me quedé pensando en lo que havía pasado. 

Será mejor no decirle nada de esto a mi madre, ni a mi tío, pensé. En la tarde, se escucha la siguiente noticia en los medios de comunicación de la ciudad. Agente femenina de la policía deja varios heridos en pleno operativo. La oficial cuyo nombre reservaremos por seguridad intervino no solo a la mujer que andaban buscando(según sus declaraciones), sino también a los que quedaban por capturar de la organización criminal a la que imbestigan por los secuestros de los adolescentes y narcotráfico. Cuando pasaron las imágenes, me quedé estupefacta. ¡Quien havía salido en las noticias era la mismísima oficial que nos havía ayudado en aquella ocasión!

Al día siguiente, nos llamaron a declarar. Pero, quien también nos acompaññó fue aquella valerosa oficial, quien frente al juez dijo. Quiero declarar sobre el caso. El juez le da el permiso. Ella justificó que lo que havía echo aquella tarde fue en defensa propia. Luego de permanecer allí por horas, el juez declaró su inocencia.

La ciudad del caos

Capítulo 12


Esa noche, para mí, iba a ser, como dice una canción, una noche de paz, una noche en la que podía olvidarme del trauma que viví ese día, desde la búsqueda de los niños, hasta el rescate de Magalí. Pensaba que esto terminaría, pero no. 


Tuve un sueño en el que, ya no me vi como Lorena, sino como Magalí. En el sueño, vi a un hombre que me apuntaba con la pistola en mi cabeza diciéndome, "¡ahora sí que te mueres, te mueres!"

aún no era el día siguiente, sino media noche. 

Me levanté asustada por ese sueño. Pensamientos de tormento pasaron por mi mente. Ya no podía soportarlo más. 

Bajé al baño, hice lo que tenía que hacer, subí de nuevo a mi cuarto para, al menos, intentar dormir de nuevo, pero el miedo me invadía. 

"¡Ya no puedo más!" me dije, por lo que fui a cada una de las habitaciones a levantar a mis tíos y a Magalí, para reunirlos en la sala. 


—Lore, —me preguntó mi tío. —¿Por qué no puedes dormir?

—¿te acuerdas que te dije que mañana te iba a responder la pregunta que me hiciste del por qué arriesgué mi vida ayudando a la policía? —respondí. —Pues bien, ya no pude soportar más tiempo. 

Pero antes, le conté el sueño que acababa de tener. 

—¿Pero qué tiene que ver el sueño con lo que me vas a responder? —me pregunta mi tío. 

—No sé si te enteraste, —contesté. —Pero, —y le conté sobre la noticia de los dos presos que habían escapado, que estos eran nada más y nada menos que los que hasta ese momento se hacían decir llamar los padres de Magalí y cómo es que ayudé a la policía en la búsqueda. 

Mientras aún estábamos hablando, se escuchan golpes desde la puerta de la casa, así que corrí a abrir. 

Cuando la abrí, vi a unos oficiales. 

—Buenas noches. Venimos por Magalí. dijo uno de ellos. 

—¡Pero ella no hizo nada como para detenerla! —dije. 

—Solo la buscamos para que declare, para que cumpla la función de testigo. —Dijo. 

—Ella no será la única que declarará. Contesté. Yo también la acompañaré. 

—Nosotros también, agregaron mis tíos. 


Así que todos, en plena media noche, fuimos a la delegación.


Ya en el cuarto de interrogatorio, el agente del ministerio público me preguntó. 

—¿Conoces a estos sujetos, a los que ayudaste a la policía para que los capturen? 

—Sí, contesté. Es ahí cuando recuerdo que ellos ya una vez habían sido detenidos por robar comida a nuestros vecinos. 

Todos esos recuerdos de ellos se los transmití al oficial. Al final añadí. Pero Magalí, ni enterada, aunque sabía que ellos algún día iban a recibir su castigo. 

aún no terminaba de hablar, cuando alguien se presenta de forma imprevista. 

—¿Pero quién es? preguntó el agente del ministerio público. 

—Soy un oficial de la policía nacional, y vengo a declarar sobre el caso Magalí. Respondió. 

—Adelante, declare. Dijo el agente del MP. El oficial lo miró y dijo. 

—Vengo siguiendo los pasos malos de esta pareja desde hace 8 años. No actuaban solos. Tenían una organización criminal dedicada al secuestro de niños y adolescentes, a su reclutamiento en el mundo del ampa y al sicariato. Esta pareja malvada, al ver que su organización poco a poco iba cayendo gracias a nosotros, decidió cometer otro delito más, robo. Esta niña había sido secuestrada de sus verdaderos padres. aún no se sabe nada de ellos.


Es ahí cuando se me ocurre sacar mi celular y mostrar la noticia que aquella vez había visto. El agente al ver esto dice. 

—¿Aldana? de lo poco que sabemos, es la hermana gemela de Magalí. Ella también fue secuestrada por la pareja. Como ellas, muchos niños, niñas y adolescentes, como ya dije, fueron secuestrados por estos 2 malhechores. 

—¿Pero, qué tenían contra los padres de los secuestrados? pregunta el agente del MP. 

—Todo fue por envidia, responde el agente de la policía. Vieron que vivían cómodamente y quisieron vengarse.

Cuando les tocaba declarar a mis tíos, ellos solo dijeron que no sabían casi nada más que la captura de los supuestos padres de Magalí.

Justo en el momento en el que declararía Magalí, se puso a llorar y con todo el dolor de su corazón dijo: 

—¡ellos me pegaban si hacía mal algo! pero no solo eso, ¡me pegaban en todo momento!


—Con todas estas declaraciones, dijo el agente del ministerio público, hay pruebas suficientes para iniciar un proceso en contra de Juan Pablo Martínez y su esposa por los cargos que se les imputan.


Con esto, al menos, íbamos a estar más tranquilos, y así fue que pude, o mejor dicho, pudimos ya lograr dormir hasta el día siguiente.


A la mañana siguiente, siendo ya sábado, nos levantamos aunque un poco más tarde de lo habitual, preparamos y tomamos el desayuno y, al terminar, nos pusimos a platicar sobre lo de ayer, y qué podíamos hacer con Magalí. 

Después de debatirlo mucho, decidimos que buscaríamos a sus verdaderos padres, para que ella ya no esté más triste. Nuestra esperanza era encontrarlos, pero vivos. Y si aún así los encontrábamos muertos, al menos, los vería por un momento y les daría el último adiós. Pero, de nuevo tendríamos que solicitar apoyo de la policía nacional, dije. Es más. Otra vez tendré que vivir otro trauma para arriesgar mi vida. 

—Lore, interrumpió mi tío. —Los peligros se enfrentan en familia. ¡Si tú pudiste, nosotros también!

—De acuerdo, dije con un poco de miedo, pero empecé a pensar en la tristeza de Magalí, lo que me dio valor para iniciar la búsqueda junto a mis tíos.


Fuimos averiguando lugares, incluso una vecina nos dijo que ellos habían trabajado en una tienda de ropa llamada "Lo de Laura". Preguntamos dónde quedaba esa tienda de ropa y además preguntamos cómo se llamaba la mujer a la que buscábamos, ya que sabíamos sobre su esposo, pero ella hizo más que escaparse, y no dio ni la cara, ni su identidad.

—Dice llamarse Aitana. Pero no sabemos si en realidad es su verdadero nombre o está inventándose una trampa para lograr, de alguna u otra manera, escapar de la policía. Dijo la vecina, quien varias veces trató de denunciarlos por discutir con su hijo discapacitado hasta casi matarlo. Pero, ese trato de denunciarlo, no fue aplicado, ya que ella siempre les robaba el celular, no tenían teléfono fijo. 

Eran una familia de empresarios, el esposo fue heredero de una empresa de ingeniería fundada por el padre de este, lo cual le daba una buena fortuna. Y ella, fundadora de una empresa con especialidad en ropas y perfumes femeninos. Así que sus riquezas no les daban problemas para poder comprarse un celular por cada intento de denuncia, pero era más que eso. Su hijo tenía una discapacidad motriz. Ellos debían pagar a un asistente personal, la ida al colegio privado, idas a fisioterapia y los bienes de toda la familia. entre estos, ropa, alimentos, etc. Y en fin, les dio pena dejar el intento, pero no querían perderlo todo por denunciar a unos vecinos ladrones, drogadictos según ella, y además secuestradores y mentirosos.


Luego de saber sobre toda esta historia, nos pusimos a buscar la tienda "Lo de Laura" dónde  se ubicaba. 

La encontramos, pero al llegar, vimos un cartel que decía: "Cerrado hasta el 15 de octubre".


—Eh, ¿hasta el 15, 15, 15... de octubre? —Dije extrañada. —Recién hoy es 28 de setiembre, pero que la tienda esté cerrada hasta el 15 de octubre, esto es una tontería. Dijo mi tía.

—¡Lo es! ¡y encima que lleva 2 meses cerrada! Dijo Izzy, una amiga mía que venía pasando de imprevisto, metiendo ojo, oreja, nariz y boca en el asunto.

—¡Pero Izzy! —Dije asustada. —Me sorprende que andes por acá, loca. 

—Aj, sucede que... 

—Ne, —Le interrumpí antes que dijera algo. —no me vayas a decir que más niños desaparecidos...

—No, Lore. El caso es que... Laura es... dijo Izzy con algo de nervios. 

—¿Es? Preguntó mi tía.

—¡Es la directora del liceo! Gritó.

—Ah, ¿estás segura?

—Sí. Hace unos días asumió al cargo por renuncia de Silvia, la directora anterior.


Luego, con Isabel (o Izzy como le digo yo) acordamos para ver si podíamos hablar con ella el lunes en hora de recreo, interrogarla a ver si sabía algo sobre toda esta enredadera de cosas.


Y así fue. Dos días después de haber hablado con mis tíos para descansar y seguir el lunes, fuimos en el bus al liceo. 

Izzy estaba más concentrada en todo este asunto que en las clases. Y yo durante un buen rato tratando de ubicarla. 

Hasta que en un momento, la profesora de matemáticas descubrió todas las cosas, ya que de alguna forma, algunos de mis compañeros de curso, y sin que yo lo supiera, estuvieron involucrados en el asunto, a escondidas tratando de ayudar. Varios de ellos le contaron a la profesora lo sucedido. Ella le preguntó a Izzy. Le dijo que sabía lo de la tienda de Laura, cuya tienda estaba cerrada y que llevaba más de un mes así. Era uno de los hijos de la dueña de la tienda quien cambiaba los carteles, pero nunca se les ocurrió en vez de poner, "Cerrado hasta el 15 de octubre", poner: "Cerrado definitivamente por falta de recursos", o por cambio de trabajo... algo por el estilo.


Nos permitió que fuéramos a hablar con ella a la dirección durante el recreo a ver qué nos podría decir o aclarar.


Al llegar el momento exacto, fuimos y allí estaba ella. Vestida con uniforme, llevaba unos zapatos negros con tacos algo altos y una cara de bienvenida cuando nos recibió.


—¡Hola, chicas! ¿En qué las puedo ayudar?

—Directora, esto es un tema bastante serio y requerimos de su ayuda. —Dijo Isabel.


Yo pasé a contarles la historia, de la que mi compañera no sabía mucho, y luego, la directora nos contó la historia de cuando los secuestradores a los que buscamos, trabajaban en su local.


—Era un 10 de julio hará unos dos años. Se me presentó una pareja que buscaba trabajo, para ese entonces yo trabajaba en un local de venta de ropa y otros artículos. Sus nombres, Juan Pablo Martínez y Aitana Costa. Para ese entonces con una niña de 6 años llamada Magalí y su gemela, Aldana. Ambos aseguraban que ellas eran sus hijas, estaban pasando por una situación bastante fea en cuanto a lo económico. La mamá de Juan Pablo estaba muy enferma y quería hacer todo lo que fuera para poder ayudarla ya que su hermano, quien no hacía nada, era un drogadicto y siempre andaba metido en algunos (o varios) negocios extraños con gente rica.

Cuando los contraté, iba todo bien. Pero, luego de unos meses, comenzaron a suceder cosas extrañas.

Cierto día dijeron que iban a llevar a las niñas al trabajo ya que no tenían con quién dejarlas. Pero estando ellas, se armó el caos. 

Fue raro, ya que ambas decían "Extrañamos a mamá y a papá", siendo que ellos estaban ahí cerca, aunque estaban trabajando.

A la noche, cuando yo me disponía a limpiar el lugar para luego cerrar (y esto sucedía ya desde antes que llevaran a las niñas) me encontraba con cosas faltantes. Faltaban camisas, bolsas, abrigos, bufandas, varias cosas que habían ordenadas en una estantería.

Y lo que pasó luego fue que mi hija mayor, Josefina de 19 años para ese entonces, fue hasta su casa a entregarles un dinero, y allí nomás fue que descubrió que los objetos faltantes en mi tienda estaban en varios cajones desordenados en la casa.

Así que los despedí. Luego me enteré que Leila, mi vecina, sabía un montón de cosas sobre ellos que no sabíamos. Por ejemplo que las niñas en realidad no eran suyas, sino que en realidad habían sido secuestradas por ellos. 

Siempre habían deseado tener un hijo, pero por unos problemas de salud no se pudo. Según ellos fueron adoptadas. Pero mi vecina sabía toda la verdad, ¡ya que ella es hermana de su verdadera madre!


Nos quedamos atónitos al escuchar este testimonio, así que le pedimos a la directora que denuncie, pues entre más denuncias, la pareja pasaría más tiempo en prisión, y que Leila declare, que sea testigo.

Se hicieron las clases normales. A la hora de salida fuimos a la delegación para que la directora denuncie. En el camino, nos encontramos con otra agente de la policía nacional, quien nos saludó y nos dijo. Buenas tardes. Mi nombre es Carlota. Pero antes de que pudiese seguir hablando, vimos a unos metros una escena macabra. Unos hombres estaban al lado de Leila. Ellos la intentaban ahorcar.

Entonces uno de ellos volteó a mirarnos. En cuanto nos vio, le hizo una seña a otro compañero, a quien llamó "jefe", y acto seguido a los otros que lo acompañaban, que andaban de espectadores viendo a ver qué otra víctima se acercaba, a ver si como no podían solo con Leila, podrían entre todos con las demás.

Pero no. Dejaron de mirarnos y siguieron tratando. Siguieron tratando de ahorcarla, cuando de repente, la oficial que estaba con nosotros, la que aún no acababa de presentarse, levanta la mano. Y como por arte de magia, aparecen como 20 agentes más en el lugar.  Uno de ellos grita: 


—Policía, ¡al suelo!

Se oye un disparo. Mientras todo eso sucedía, nosotros alejamos a Leila para que no le suceda nada.


Más pronto que tarde, los agentes se llevan a los hombres.

Estando todo un poco más tranquilo, llegó el momento de declarar para Leila. 


—Yo conozco a esa familia desde hace ya varios años. El supuesto padre, antes de dedicarse a lo que hace ahora, trabajaba como repartidor de productos en una fábrica. 

Pero llegó un tiempo en que dicha fábrica se fundió... Ni dos años duró el empleo. Cierto día, lo escuché hablar con una amiga mía que a su vez era amiga de la mujer, y le dijo: "Mira, estaba trabajando de repartidor en una fábrica. Pero al año y 10 meses, la empresa se fundió y bueno, varios quedamos sin empleo. Lo que no entiendo es el porqué; siempre que ingreso a algún empleo, se funde. y entonces, he tomado una irreversible decisión. No trabajaré de más nada. Nos buscaremos una mejor forma de vivir sin trabajar. No importa, aunque sea robar... cualquier cosa que hagamos me da igual". Y sí, de ese modo empezaron los problemas. 

Cuentas sin pagarse, el alquiler de la casa, la comida... todo eso en fin. pero en un momento, la madre de Juan Pablo se enfermó de gravedad y fue él quien debía encargarse de su cuidado ya que, el hermano de este, andaba metido en otras vueltas. Con drogas, asesinato, robos, acoso y un montón de cosas que no voy a nombrar. 

La mujer, Aitana, no trabajaba. No había completado el siclo básico de secundaria y para ser así, se le complicaba la búsqueda de empleo. porque en varios, por no decir todos los oficios, es obligatorio tener completado al menos siclo básico. 

En una de sus búsquedas, tuvo suerte. Consiguió trabajar como secretaria en un local de ventas de ropa, cuya propiedad pertenecía a la directora del colegio número 25 de la ciudad. 

—¡Ahí estudio yo! —dije. 

—Exactamente, pero sigamos. La cosa fue que un día, ella no tenía  con quien dejar a las niñas y decidió llevarlas al trabajo. Fue mala idea, porque tenían 6 años en ese entonces y no tenían la suficiente paciencia que un chico de 15 años yendo con sus padres a su trabajo y buscando formas de matar el aburrimiento. A ellas hacer la misma actividad (jugar con las muñecas que se llevaban) les aburrían. y lo que pretendían hacer que realmente mataba el aburrimiento, era: Correr, saltar, gritar, desordenar todo el local. 

A la noche, momento en que cerraban y limpiaban, se encontraron con cosas faltantes en varios estantes, algunas bolsas, cajas, envases... Y sí, estaban en zonas bastante inseguras; zonas que hasta un niño lograba alcanzar y llevarse lo que encuentre. 


Luego de la declaración de Leila, la policía encontró otros antecedentes de esta pareja. 

En su historial no decía que el padre vendía productos en una fábrica, ni que los repartía. Era una trampa que les juró a su vecina y a otros de los suyos para no caer. Él formaba parte de la organización criminal que integraba su hermano. Era el lugarteniente.


Esta organización criminal, no solo se dedicaba al narcotráfico, sino también al secuestro de menores de edad(niños y adolescentes). La policía fue a allanar el colegio como parte de las investigaciones y encontraron escritos ocultos, en los que los secuestradores amenazaban a los padres con pagar el rescate de sus hijos. Varios habitantes de la ciudad no pudieron aguantarlo por más tiempo, y fueron a denunciar a esta organización, pues la mayoría de las familias había perdido a un hijo por secuestro.

Unos días después, cuando ya era sábado, mi madre, como siempre, me encargó que no le abra la puerta a nadie. Mi tío estaba durmiendo en su habitación. Ella se fue al mercado con mi tía, y yo me quedé con mi tío dormilón y con Magalí. Estábamos tranquilos, cuando desde a fuera se escucha una voz de mujer. 

—Abran la puerta, ¡o la rompo! 

No sabía qué hacer, pero me dije a mí misma. Esto lo hago por Magalí, ¡por mi familia! ¡Me arriesgaré! así que corrí a abrir la puerta. 


—¡Ajá! ¿así que tu y leila fueron las chismosas que le contaron todo lo de nosotros a Carlota? Me quedé pensando en lo que me dijo la mujer. Pero, ¿Qué tiene que ver la agente que nos ayudó en el caso? me dije. 

—No, le respondí a la mujer con miedo. 

—¡No te hagas! me dijo ella. Ahora, si no quieres morir, me vas a tener que pagar el 50% de lo que tu familia gana. 


Pero mientras estaba haciendo ese trato con migo, escuché un disparo. 


¡Pum! 

Ambas nos asustamos. Es ahí cuando vi a la oficial que nos había ayudado esa tarde. La mujer que hablaba antes con migo se acercó a ella. 

—Si crees que eres valiente, enfréntate con migo a plomazos. 


Aquella mujer, ¡era aitana! Sin embargo, la reconocí tarde. 

De inmediato, ambas llevaron su discusión fuera de mi casa. Yo me quedé asustada, pero luego agarré valor, cerré la puerta de la casa y subí a ver cómo estaban mi tío y Magalí, pues ella al escuchar a aquella mujer tratando de entrar se subió con mi tío. Me quedé pensando en lo que había pasado. 

Será mejor no decirle nada de esto a mi madre, ni a mi tío, pensé. En la tarde, se escucha la siguiente noticia en los medios de comunicación de la ciudad. Agente femenina de la policía deja varios heridos en pleno operativo. La oficial cuyo nombre reservaremos por seguridad intervino no solo a la mujer que andaban buscando(según sus declaraciones), sino también a los que quedaban por capturar de la organización criminal a la que investigan por los secuestros de los adolescentes y narcotráfico. Cuando pasaron las imágenes, me quedé estupefacta. ¡Quien había salido en las noticias era la mismísima oficial que nos había ayudado en aquella ocasión!

      Al día siguiente, nos llamaron a declarar. Quien también nos acompañó fue aquella valerosa oficial, quien frente al juez dijo. Quiero declarar sobre el caso. El juez le da el permiso. Ella justificó que lo que había echo aquella tarde fue en defensa propia. Luego de permanecer allí por horas, el juez declaró su inocencia.


 

lunes, 27 de diciembre de 2021

Una historia para contar: La ciudad del caos, capítulo 11

La ciudad del caos

Capítulo 11


Se nos ocurrió buscar con otro método: _Consistía en buscar en lugares prohibidos de entrar para los niños. lugares donde podría haber peligro y tal, puesto que... los niños en esas edades suelen ser muy traviesos y... ya sabes dónde te podrías encontrar alguno de ellos...

Sonaba aterrador para dos madres preocupadas pensar en lo que podría haber pasado, pero valía la pena hacer al menos un intento. Así que nos organizamos para ir al día siguiente a alguno de esos lugares prohibidos para niños que tenían cerca de su casa.


Vimos una pista en una de las calles. Era una zona de mucha delincuencia, en un barrio muy inseguro y donde casi nadie podía vivir en paz; bueno, si se pudiera, serían pocos vecinos los que lo logren. 

Allí vimos una plaza, supermercados y casas. Casas, casas y más cas... Pero esperen, vimos cuatro casas abandonadas. Esto indica que deberíamos ponernos a buscar en cualquier sitio que encontremos adecuado para hacerlo; Ya sé, en el supermercado.

—¿Estás segura? —me preguntó la mamá de la niña.

—Sí que lo estoy. Vine a estos lados con una amiga de mi tía hace un año. Bueno, no vinimos exactamente acá, pero pasamos cerca. Cuando fuimos a pasar la tarde en un campo.

—Ah bien, confío en ti, busquemos acá a ver si encontramos al menos alguna pista o a al menos uno de los chicos perdidos allí.


Ya estando en el mercado, les dije: 

—¡A buscar! ¡No debemos perder la esperanza! 


Mientras caminábamos, en una zona nos encontramos con una TV de buen modelo, buena marca y alta calidad (HD) 


—¡Mira ese TV! —le dije a la madre del niño. 

Pero justo escuchamos lo siguiente. 

-¡Atención! Presos fugaron hace unos días del penal número 1 de la ciudad de Entrada (más conocida como "La ciudad del Caos") La policía está tratando de dar con ellos. Un hombre y una mujer, de 40 y 39 años respectivamente. Quienes conozcan a estos sujetos, por favor comunicarse al *(número reservado) para más info. La mujer es delgada, alta  y cabello rubio, tiene 39 años y fue encarcelada recientemente por robo en varios domicilios. 

El hombre tiene 40 años, alto y gordo. También encarcelado por robo.

Ambos aseguran tener una hija de unos 8 o 9 años. 


—¿Qué... Es esto? —Pregunté algo extrañada.


Pensamos que alguien nos estaba haciendo una broma, pero entonces vi a una mujer alta, delgada y parecía tener unos 30 o por ahí. Estaba en una zona ya bastante alejada de donde habíamos encontrado el smart TV hacía un rato. 

La mujer andaba con dos niños bastante pequeños. No bebés, pero sí pequeños. 


—¿Vieron, chicas? —Pregunté.

—¿Esa mujer que está por allá? —Preguntó Carina, la madre del niño.

—Sí, así es. Está junto a dos niños pequeños y una cajera. —Dije yo.

—Esa mujer debe tener a los niños que buscamos. Vamos a ver. si no damos con ellos en este preciso momento, seré yo quien se encargue de esta situación. Llamaré a la policía y denunciaré a todo el personal de este supermercado sin importar si luego sea yo quien tenga que sufrir las consecuencias. Lo hago por bien de los niños, por bien de la familia. —dijo Carina algo enfadada. 

—No, Carina. No lo hagas. Te lo digo por tu bien y por el bien de toda la familia y los trabajadores de este lugar. A varios de ellos los conozco desde que fuimos a la universidad, y allá cada cierto tiempo me junto con alguno que otro de ellos. —Dijo Daniela, la madre de la niña.

—No, no. De ninguna manera, ya que, primero que todo: ¿Cómo podemos asegurar que esa mujer es una criminal sin saber antes su procedencia, de dónde llegó, quiénes son esos niños? Ustedes podrían estar hablando de la mujer que describieron en el informativo, ¿Pero cómo podemos saber si es ella? Hay muchas mujeres con las características descritas anteriormente, así que. Puede ser que no sea. con esto me refiero a que la información dada en ese informe fue muy ambigua, poco coherente y carente de sentido. No se sabe su ubicación actual, ni el nombre de su supuesta "hija de 8 o 9 años", ni si los niños... Bueno, en fin, les estoy dando mucho en qué pensar. Así que vamos, ¡A seguir buscando! —Les dije. 


Mientras buscábamos, encontramos un grupo de personas sentadas en una escalera, me parece que eran trabajadores de por allí. Uno de ellos nos saludó y nos dijo:

—¿Y ustedes, qué hacen por aquí en estos momentos? 

—Nada, estamos queriendo encontrar a dos niños perdidos. Llevan unos días, y tememos que algo les haya pasado. —Dije yo.

—Hace unas horas, vimos a dos niños y una mujer, con ropa bastante sucia, vestidos de una forma tan desagradable que, sin dudarlo, les dimos algo gratis para que coman y beban. —Dijo el segundo de los trabajadores.


Luego nos pusimos a conversar un rato, sobre cómo travesuras de niños pequeños pueden llegar a cosas... Algunas buenas, otras no tan buenas y otras malas. Y mientras tanto, pensábamos en que, si no lográbamos resolver este caso llamaremos a la policía y ellos se encargarían de ayudar. 

Pero justo cuando dije "policía", nos sentimos engañadas, ya que uno de estos trabajadores sacó un arma y mientras apuntó hacia nosotras, dijo lo siguiente:



—¡Al suelo, malditas desgraciadas! ¡Vamos, mier**! Si ustedes llaman a la policía, juro que las voy a matar. Así que... ¡No intenten denunciar a nadie!


De pronto, un guardia de seguridad entró a donde estábamos, le quitó el arma al muchacho y le dijo: 

—¿Qué hace usted acá? Usted no es un trabajador de este lugar. Y esta zona es para que los trabajadores vengan a descansar en algún momento. Pero usted... y encima armado, no tiene nada que ver. Y otra cosa: ¿Qué tiene en contra de estas dos señoritas? Quítese esa máscara, le doy una orden y a mí si doy órdenes, se tienen que respetar. ¿Entendido?


Entonces, el hombre obedeció la orden del guardia y se quitó la máscara que llevaba puesta. Y en fin, esa cara me pareció conocida. Al menos de verla, al menos de ver alguna foto o directamente a la persona en cuestión. 

O tal vez a un gemelo suyo, quién sabe la realidad. 


—Ajá. Con que usted es el hombre al que se anda buscando e investigando, Juan Pablo Martínez. Usted fue quien pasaba por varias casas robando comida y ropa, fingiendo vivir en la calle con una niña de 8 o 9 años llamada... Magalí, pero ese caso no es el que realmente importa. Dijo el guardia mientras maniataba al señor para llevárselo a los policías investigadores.


—Chicas, este caso es demasiado raro... No sé qué decir. En fin, sigamos buscando, que al menos con esta pista sé que lograremos hallar algo. —Dijo Daniela algo sorprendida. 


Yo estaba a punto de decir algo, hasta que veo a un grupo de cuatro personas. Dos mayores (uno vestido con uniforme policial) y dos niños bastante pequeños. 


—Buenas, soy el oficial Marcos Suárez, oficial de policía suplente. Creo que conocen a Mauricio. Se acaba de ir unos días a ver a su hermano a la capital ya que este  está muy enfermo. Y estos días más que nunca, tiene que estar la familia para apoyarlo en lo que se pueda.


—Y, ¿tienen alguna pista del caso para guiarnos? justo enfrente estaba el guardia con el ya desenmascarado secuestrador. 

El bijilante, al ver a los oficiales, les dice. 

—Encontramos algo aun mejor. Este es uno de los que andan buscando. Fingía ser uno de los trabajadores del personal de este centro comercial.


 Los oficiales, de inmediato, lo arrestan y le dicen. 

—¡Quedas detenido por evasión a la justicia en la modalidad de fuga de presos, secuestro de menores de edad, tenencia ilegal de armas y presunta delincuencia organizada y sicariato! 


Mientras se lo llevaban él gritaba: 

¡Malditas, desgraciadas, , traidoras, no saben con quien se meten, las van a pagar, las van a pagar. suéltenme malditos.

Hasta que ya no se le escuchó más. Justo en ese momento, aparecen más oficiales en el lugar y nos dicen. Gracias por ayudarnos a capturar a uno de ellos. Aún falta la mujer, pero tenemos que prepararnos para lo que se viene. 

—Vimos a la mujer pero no sola, sino con personas a su lado, y en cima la vimos en frente de una casa supuestamente abandonada. —dicen mientras se acercan a mí. 

—¡Captúrenlas! dije con coraje. 

—Justo eso es lo que vamos a hacer, pero ustedes estén listas para recibir a los niños. 


Nos dirigimos con los oficiales hasta la casa, y justo enfrente, vi a la mujer de la que tanto hablaban, pero tal como la describió el oficial que hablaba con nosotras, la vimos con más personas. VI también a lo lejos a los niños secuestrados. Los vi por la pequeña abertura que habían dejado al abrir la ventana. Mientras esperábamos, una de las personas se acerca a mi y me dice: 

—¿alguien aquí se llama Lorena? 

—YO, contesté. 


De pronto la persona me empezó a apuntar con el arma y me dice, te vas a morir, ¡te vas a morir! pero justo a lo lejos se escucha, policía nacional, están rodeados, ¡al suelo! ¡al suelo! ¡al piso! y se dan disparos al rededor. 

Nos sentimos asustadas, no sabíamos hacia dónde correr, mientras aún se escuchaba, tira el arma, tira el arma! pun pun pun y más disparos. Uno de los sicarios corría y decía, a mí no me agarran, pero un oficial lo siguió por de tras, suelta el arma, suelta el arma! y más y más disparos se desataban. 


Entre la tremenda balacera que se armó, nos abrimos paso para entrar a la casa, y vimos a los niños secuestrados atados. Entre ellos, estaba Magalí, mi hermana. 

—¡Lorena! —dijo al vernos.

—¡Magalí! —le dije algo sorprendida. ¿cómo llegaste hasta acá? Hoy a la mañana vi que estabas en casa.

—Lo que pasa es que iba a buscar algo a la casa de una compañera, cuando de pronto vi a un muchacho que me preguntó si quería un caramelo. Le dije que sí y me lo dio. Muy rico, tenía sabor menta. Pero lo peor, lo peor es que me fui quedando sin energías y caí al suelo como dormida. No sé cuánto habrá durado el efecto de esa sustancia que me dejó dormida, pero lo que sé es que recuerdo cuando la probé y... y lo siguiente, no me acuerdo de nada. Ni siquiera recuerdo cómo llegué acá...


Mientras conversábamos, se escucha la voz de un hombre que se acerca. 

—Están a salvo. Yo no lo pude reconocer al principio. No me parecía haberlo visto, pero apenas pude reconocer que llevaba puesto un uniforme de policía. 

—Soy el oficial Marcos Gómez. —Me dijo. —Soy un agente de la policía pero en otra ciudad. Sin embargo, cuando nos llegó la noticia de los que habían fugado, decidimos venir a ayudar a colegas de esta zona a buscarlos. 


—¡De nosotros nadie se nos escapa! —se escucha la voz de una mujer a lo lejos. 

—Traidora, desgraciada!. 

Pero el oficial que hablaba con migo grita: Claudio,  ¡agárrala, agárrala! y se fueron, chocando con tarros y cajas que la gente dejó tirados en medio del camino. 

Luego se oyeron gritos de mujeres, las máquinas dejaron de funcionar, las alarmas se empezaron a activar y se declaró la emergencia con una alerta, "Asesinos en acción".


De pronto, a lo lejos, más y más disparos se oyeron y se escuchaba. ¡Esta si que las pagan! pero con varios agentes custodiando, nos alejamos y nos fuimos a nuestra casa, para estar a salvo. 

Al llegar, encontramos un papelito escrito, el cual decía: "Mira, Lorenita. tenemos secuestrada a tu hermanita. ¿jamás le digas nada o sino tu, ella y toa tu bandita de locas van pa la tumba!"


Al leerlo me quedé pensando por un momento. A lo mejor esta fue una de las advertencias de los secuestradores. 

—Lo siento hermana, dije. Tengo que confesarte algo...


Pero justo cuando estábamos a punto de confesarle, se oyen golpes de puerta. Cuando abro, llega mi tío. 

—¡Lore! ¿Pero por qué te arriesgaste?

—Larga historia, tío. Mañana, si es que puedo, te la cuento.


A la noche, dormimos como siempre. Tratando de al menos olvidarnos de todo el trauma agotador de hoy.

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Algo diferente. Poema, El Cielo De Estrellas. Escrito por mi.

El Cielo De Estrellas

Yuliana Peralta


    En el cielo brillará el sol con todo su esplendor, y no faltará un amor que te ilumine el corazón. 

Un amor que desata cadenas, que provoca alegría y no penas. 

Que derrite hielo, que te eleva al cielo, donde hay solo calor y no frío. 

Una mano que levanta de la arena a aquel soldado caído, con un corazón lleno de gozo y no vacío. 

Que la basura se junte sola y que el mar la arrastre con sus olas, que limpie la orilla de la playa, que se hunda lo malo en la arena de ella. 

En el cielo brillarán las estrellas, las luces más bellas, 

llegarán los rayos al tocar la tierra, y verás que tan soldado caído estás en la guerra.

Sonará una campana indicando una bella mañana, y el comienzo de un día lleno de alegría.

Aparecerá un bombón con un noble corazón, que con toda su luz provocará una explosión.

Esa explosión, te hará sentir emoción. Escucharás una linda melodía, una dulce canción.

Verás que a tu lado volarán mariposas. Una sensación que en verdad es hermosa. 

Y desde ese comienzo, surgirá ese momento, y a todo lo que se pudrió, que se lo arrastre el viento.

Vendrán tiempos mejores, de buenos amores. ¡Y verás que en el cielo de estrellas hay ricos sabores!