domingo, 6 de marzo de 2022

Una historia para contar. La ciudad del caos, capítulo 12

La ciudad del caos

Capítulo 12


Esa noche, para mí, iba a ser, como dice una canción, una noche de paz, una noche en la que podía olvidarme del trauma que viví ese día, desde la búsqueda de los niños, hasta el rescate de Magalí. Pensaba que esto terminaría, pero no. 


Tuve un sueño en el que, ya no me vi como Lorena, sino como Magalí. En el sueño, vi a un hombre que me apuntaba con la pistola en mi cabeza diciéndome, "¡ahora sí que te mueres, te mueres!"

aún no era el día siguiente, sino media noche. 

Me levanté asustada por ese sueño. Pensamientos de tormento pasaron por mi mente. Ya no podía soportarlo más. 

Bajé al baño, hice lo que tenía que hacer, subí de nuevo a mi cuarto para, al menos, intentar dormir de nuevo, pero el miedo me invadía. 

"¡Ya no puedo más!" me dije, por lo que fui a cada una de las habitaciones a levantar a mis tíos y a Magalí, para reunirlos en la sala. 


—Lore, —me preguntó mi tío. —¿Por qué no puedes dormir?

—¿te acuerdas que te dije que mañana te iba a responder la pregunta que me hiciste del por qué arriesgué mi vida ayudando a la policía? —respondí. —Pues bien, ya no pude soportar más tiempo. 

Pero antes, le conté el sueño que acababa de tener. 

—¿Pero qué tiene que ver el sueño con lo que me vas a responder? —me pregunta mi tío. 

—No sé si te enteraste, —contesté. —Pero, —y le conté sobre la noticia de los dos presos que habían escapado, que estos eran nada más y nada menos que los que hasta ese momento se hacían decir llamar los padres de Magalí y cómo es que ayudé a la policía en la búsqueda. 

Mientras aún estábamos hablando, se escuchan golpes desde la puerta de la casa, así que corrí a abrir. 

Cuando la abrí, vi a unos oficiales. 

—Buenas noches. Venimos por Magalí. dijo uno de ellos. 

—¡Pero ella no hizo nada como para detenerla! —dije. 

—Solo la buscamos para que declare, para que cumpla la función de testigo. —Dijo. 

—Ella no será la única que declarará. Contesté. Yo también la acompañaré. 

—Nosotros también, agregaron mis tíos. 


Así que todos, en plena media noche, fuimos a la delegación.


Ya en el cuarto de interrogatorio, el agente del ministerio público me preguntó. 

—¿Conoces a estos sujetos, a los que ayudaste a la policía para que los capturen? 

—Sí, contesté. Es ahí cuando recuerdo que ellos ya una vez habían sido detenidos por robar comida a nuestros vecinos. 

Todos esos recuerdos de ellos se los transmití al oficial. Al final añadí. Pero Magalí, ni enterada, aunque sabía que ellos algún día iban a recibir su castigo. 

aún no terminaba de hablar, cuando alguien se presenta de forma imprevista. 

—¿Pero quién es? preguntó el agente del ministerio público. 

—Soy un oficial de la policía nacional, y vengo a declarar sobre el caso Magalí. Respondió. 

—Adelante, declare. Dijo el agente del MP. El oficial lo miró y dijo. 

—Vengo siguiendo los pasos malos de esta pareja desde hace 8 años. No actuaban solos. Tenían una organización criminal dedicada al secuestro de niños y adolescentes, a su reclutamiento en el mundo del ampa y al sicariato. Esta pareja malvada, al ver que su organización poco a poco iba cayendo gracias a nosotros, decidió cometer otro delito más, robo. Esta niña había sido secuestrada de sus verdaderos padres. aún no se sabe nada de ellos.


Es ahí cuando se me ocurre sacar mi celular y mostrar la noticia que aquella vez había visto. El agente al ver esto dice. 

—¿Aldana? de lo poco que sabemos, es la hermana gemela de Magalí. Ella también fue secuestrada por la pareja. Como ellas, muchos niños, niñas y adolescentes, como ya dije, fueron secuestrados por estos 2 malhechores. 

—¿Pero, qué tenían contra los padres de los secuestrados? pregunta el agente del MP. 

—Todo fue por envidia, responde el agente de la policía. Vieron que vivían cómodamente y quisieron vengarse.

Cuando les tocaba declarar a mis tíos, ellos solo dijeron que no sabían casi nada más que la captura de los supuestos padres de Magalí.

Justo en el momento en el que declararía Magalí, se puso a llorar y con todo el dolor de su corazón dijo: 

—¡ellos me pegaban si hacía mal algo! pero no solo eso, ¡me pegaban en todo momento!


—Con todas estas declaraciones, dijo el agente del ministerio público, hay pruebas suficientes para iniciar un proceso en contra de Juan Pablo Martínez y su esposa por los cargos que se les imputan.


Con esto, al menos, íbamos a estar más tranquilos, y así fue que pude, o mejor dicho, pudimos ya lograr dormir hasta el día siguiente.


A la mañana siguiente, siendo ya sábado, nos levantamos aunque un poco más tarde de lo habitual, preparamos y tomamos el desayuno y, al terminar, nos pusimos a platicar sobre lo de ayer, y qué podíamos hacer con Magalí. 

Después de debatirlo mucho, decidimos que buscaríamos a sus verdaderos padres, para que ella ya no esté más triste. Nuestra esperanza era encontrarlos, pero vivos. Y si aún así los encontrábamos muertos, al menos, los vería por un momento y les daría el último adiós. Pero, de nuevo tendríamos que solicitar apoyo de la policía nacional, dije. Es más. Otra vez tendré que vivir otro trauma para arriesgar mi vida. 

—Lore, interrumpió mi tío. —Los peligros se enfrentan en familia. ¡Si tú pudiste, nosotros también!

—De acuerdo, dije con un poco de miedo, pero empecé a pensar en la tristeza de Magalí, lo que me dio valor para iniciar la búsqueda junto a mis tíos.


Fuimos averiguando lugares, incluso una vecina nos dijo que ellos habían trabajado en una tienda de ropa llamada "Lo de Laura". Preguntamos dónde quedaba esa tienda de ropa y además preguntamos cómo se llamaba la mujer a la que buscábamos, ya que sabíamos sobre su esposo, pero ella hizo más que escaparse, y no dio ni la cara, ni su identidad.

—Dice llamarse Aitana. Pero no sabemos si en realidad es su verdadero nombre o está inventándose una trampa para lograr, de alguna u otra manera, escapar de la policía. Dijo la vecina, quien varias veces trató de denunciarlos por discutir con su hijo discapacitado hasta casi matarlo. Pero, ese trato de denunciarlo, no fue aplicado, ya que ella siempre les robaba el celular, no tenían teléfono fijo. 

Eran una familia de empresarios, el esposo fue heredero de una empresa de ingeniería fundada por el padre de este, lo cual le daba una buena fortuna. Y ella, fundadora de una empresa con especialidad en ropas y perfumes femeninos. Así que sus riquezas no les daban problemas para poder comprarse un celular por cada intento de denuncia, pero era más que eso. Su hijo tenía una discapacidad motriz. Ellos debían pagar a un asistente personal, la ida al colegio privado, idas a fisioterapia y los bienes de toda la familia. entre estos, ropa, alimentos, etc. Y en fin, les dio pena dejar el intento, pero no querían perderlo todo por denunciar a unos vecinos ladrones, drogadictos según ella, y además secuestradores y mentirosos.


Luego de saber sobre toda esta historia, nos pusimos a buscar la tienda "Lo de Laura" dónde  se ubicaba. 

La encontramos, pero al llegar, vimos un cartel que decía: "Cerrado hasta el 15 de octubre".


—Eh, ¿hasta el 15, 15, 15... de octubre? —Dije extrañada. —Recién hoy es 28 de setiembre, pero que la tienda esté cerrada hasta el 15 de octubre, esto es una tontería. Dijo mi tía.

—¡Lo es! ¡y encima que lleva 2 meses cerrada! Dijo Izzy, una amiga mía que venía pasando de imprevisto, metiendo ojo, oreja, nariz y boca en el asunto.

—¡Pero Izzy! —Dije asustada. —Me sorprende que andes por acá, loca. 

—Aj, sucede que... 

—Ne, —Le interrumpí antes que dijera algo. —no me vayas a decir que más niños desaparecidos...

—No, Lore. El caso es que... Laura es... dijo Izzy con algo de nervios. 

—¿Es? Preguntó mi tía.

—¡Es la directora del liceo! Gritó.

—Ah, ¿estás segura?

—Sí. Hace unos días asumió al cargo por renuncia de Silvia, la directora anterior.


Luego, con Isabel (o Izzy como le digo yo) acordamos para ver si podíamos hablar con ella el lunes en hora de recreo, interrogarla a ver si sabía algo sobre toda esta enredadera de cosas.


Y así fue. Dos días después de haber hablado con mis tíos para descansar y seguir el lunes, fuimos en el bus al liceo. 

Izzy estaba más concentrada en todo este asunto que en las clases. Y yo durante un buen rato tratando de ubicarla. 

Hasta que en un momento, la profesora de matemáticas descubrió todas las cosas, ya que de alguna forma, algunos de mis compañeros de curso, y sin que yo lo supiera, estuvieron involucrados en el asunto, a escondidas tratando de ayudar. Varios de ellos le contaron a la profesora lo sucedido. Ella le preguntó a Izzy. Le dijo que sabía lo de la tienda de Laura, cuya tienda estaba cerrada y que llevaba más de un mes así. Era uno de los hijos de la dueña de la tienda quien cambiaba los carteles, pero nunca se les ocurrió en vez de poner, "Cerrado hasta el 15 de octubre", poner: "Cerrado definitivamente por falta de recursos", o por cambio de trabajo... algo por el estilo.


Nos permitió que fuéramos a hablar con ella a la dirección durante el recreo a ver qué nos podría decir o aclarar.


Al llegar el momento exacto, fuimos y allí estaba ella. Vestida con uniforme, llevaba unos zapatos negros con tacos algo altos y una cara de bienvenida cuando nos recibió.


—¡Hola, chicas! ¿En qué las puedo ayudar?

—Directora, esto es un tema bastante serio y requerimos de su ayuda. —Dijo Isabel.


Yo pasé a contarles la historia, de la que mi compañera no sabía mucho, y luego, la directora nos contó la historia de cuando los secuestradores a los que buscamos, trabajaban en su local.


—Era un 10 de julio hará unos dos años. Se me presentó una pareja que buscaba trabajo, para ese entonces yo trabajaba en un local de venta de ropa y otros artículos. Sus nombres, Juan Pablo Martínez y Aitana Costa. Para ese entonces con una niña de 6 años llamada Magalí y su gemela, Aldana. Ambos aseguraban que ellas eran sus hijas, estaban pasando por una situación bastante fea en cuanto a lo económico. La mamá de Juan Pablo estaba muy enferma y quería hacer todo lo que fuera para poder ayudarla ya que su hermano, quien no hacía nada, era un drogadicto y siempre andaba metido en algunos (o varios) negocios extraños con gente rica.

Cuando los contraté, iba todo bien. Pero, luego de unos meses, comenzaron a suceder cosas extrañas.

Cierto día dijeron que iban a llevar a las niñas al trabajo ya que no tenían con quién dejarlas. Pero estando ellas, se armó el caos. 

Fue raro, ya que ambas decían "Extrañamos a mamá y a papá", siendo que ellos estaban ahí cerca, aunque estaban trabajando.

A la noche, cuando yo me disponía a limpiar el lugar para luego cerrar (y esto sucedía ya desde antes que llevaran a las niñas) me encontraba con cosas faltantes. Faltaban camisas, bolsas, abrigos, bufandas, varias cosas que habían ordenadas en una estantería.

Y lo que pasó luego fue que mi hija mayor, Josefina de 19 años para ese entonces, fue hasta su casa a entregarles un dinero, y allí nomás fue que descubrió que los objetos faltantes en mi tienda estaban en varios cajones desordenados en la casa.

Así que los despedí. Luego me enteré que Leila, mi vecina, sabía un montón de cosas sobre ellos que no sabíamos. Por ejemplo que las niñas en realidad no eran suyas, sino que en realidad habían sido secuestradas por ellos. 

Siempre habían deseado tener un hijo, pero por unos problemas de salud no se pudo. Según ellos fueron adoptadas. Pero mi vecina sabía toda la verdad, ¡ya que ella es hermana de su verdadera madre!


Nos quedamos atónitos al escuchar este testimonio, así que le pedimos a la directora que denuncie, pues entre más denuncias, la pareja pasaría más tiempo en prisión, y que Leila declare, que sea testigo.

Se hicieron las clases normales. A la hora de salida fuimos a la delegación para que la directora denuncie. En el camino, nos encontramos con otra agente de la policía nacional, quien nos saludó y nos dijo. Buenas tardes. Mi nombre es Carlota. Pero antes de que pudiese seguir hablando, vimos a unos metros una escena macabra. Unos hombres estaban al lado de Leila. Ellos la intentaban ahorcar.

Entonces uno de ellos volteó a mirarnos. En cuanto nos vio, le hizo una seña a otro compañero, a quien llamó "jefe", y acto seguido a los otros que lo acompañaban, que andaban de espectadores viendo a ver qué otra víctima se acercaba, a ver si como no podían solo con Leila, podrían entre todos con las demás.

Pero no. Dejaron de mirarnos y siguieron tratando. Siguieron tratando de ahorcarla, cuando de repente, la oficial que estaba con nosotros, la que aún no acababa de presentarse, levanta la mano. Y como por arte de magia, aparecen como 20 agentes más en el lugar.  Uno de ellos grita: 


—Policía, ¡al suelo!

Se oye un disparo. Mientras todo eso sucedía, nosotros alejamos a Leila para que no le suceda nada.


Más pronto que tarde, los agentes se llevan a los hombres.

Estando todo un poco más tranquilo, llegó el momento de declarar para Leila. 


—Yo conozco a esa familia desde hace ya varios años. El supuesto padre, antes de dedicarse a lo que hace ahora, trabajaba como repartidor de productos en una fábrica. 

Pero llegó un tiempo en que dicha fábrica se fundió... Ni dos años duró el empleo. Cierto día, lo escuché hablar con una amiga mía que a su vez era amiga de la mujer, y le dijo: "Mira, estaba trabajando de repartidor en una fábrica. Pero al año y 10 meses, la empresa se fundió y bueno, varios quedamos sin empleo. Lo que no entiendo es el porqué; siempre que ingreso a algún empleo, se funde. y entonces, he tomado una irreversible decisión. No trabajaré de más nada. Nos buscaremos una mejor forma de vivir sin trabajar. No importa, aunque sea robar... cualquier cosa que hagamos me da igual". Y sí, de ese modo empezaron los problemas. 

Cuentas sin pagarse, el alquiler de la casa, la comida... todo eso en fin. pero en un momento, la madre de Juan Pablo se enfermó de gravedad y fue él quien debía encargarse de su cuidado ya que, el hermano de este, andaba metido en otras vueltas. Con drogas, asesinato, robos, acoso y un montón de cosas que no voy a nombrar. 

La mujer, Aitana, no trabajaba. No había completado el siclo básico de secundaria y para ser así, se le complicaba la búsqueda de empleo. porque en varios, por no decir todos los oficios, es obligatorio tener completado al menos siclo básico. 

En una de sus búsquedas, tuvo suerte. Consiguió trabajar como secretaria en un local de ventas de ropa, cuya propiedad pertenecía a la directora del colegio número 25 de la ciudad. 

—¡Ahí estudio yo! —dije. 

—Exactamente, pero sigamos. La cosa fue que un día, ella no tenía  con quien dejar a las niñas y decidió llevarlas al trabajo. Fue mala idea, porque tenían 6 años en ese entonces y no tenían la suficiente paciencia que un chico de 15 años yendo con sus padres a su trabajo y buscando formas de matar el aburrimiento. A ellas hacer la misma actividad (jugar con las muñecas que se llevaban) les aburrían. y lo que pretendían hacer que realmente mataba el aburrimiento, era: Correr, saltar, gritar, desordenar todo el local. 

A la noche, momento en que cerraban y limpiaban, se encontraron con cosas faltantes en varios estantes, algunas bolsas, cajas, envases... Y sí, estaban en zonas bastante inseguras; zonas que hasta un niño lograba alcanzar y llevarse lo que encuentre. 


Luego de la declaración de Leila, la policía encontró otros antecedentes de esta pareja. 

En su historial no decía que el padre vendía productos en una fábrica, ni que los repartía. Era una trampa que les juró a su vecina y a otros de los suyos para no caer. Él formaba parte de la empresa de venta de drogas que integraba su hermano. Era el cofundador. 


Pero abía más. Esta, ya no empresa, sino organización criminal, no solo se dedicaba al narcotráfico, sino también al secuestro de menores de edad(niños y adolescentes). La policía fue a allanar el colejio como parte de las inbestigaciones y encontraron escritos ocultos, en los que los secuestradores amenazaban a los padres con pagar el rescate de sus hijos. Entre más evidencias encontraban, más tranquilos estábamos. Varios habitantes de la ciudad no pudieron aguantarlo por más tiempo, y fueron a denunciar a esta organización, pues la mayoría de las familias havía perdido a un hijo por secuestro.

Unos días después, cuando ya era sávado, mi madre, como siempre, me encargó que no le abra la puerta a nadie. Mi tío estaba durmiendo en su avitación. Ella se fue al mercado con mi tía, y yo me quedé con mi tío dormilón y con Magalí. Estábamos tranquilos, cuando desde a fuera se escucha una voz de mujer. 

—Abran la puerta, ¡o la rompo! 

No sabía qué hacer, pero me dije a mí misma. Esto lo hago por Magalí, ¡por mi familia! ¡Me arriesgaré! así que corrí a abrir la puerta. 


—¡Ajá! ¿así que tu y leila fueron las chismosas que le contaron todo lo de nosotros a Carlota? Me quedé pensando en lo que me dijo la mujer. Pero, ¿QUé tiene que ver la agente que nos ayudó en el caso? me dije. 

—No, le respondí a la mujer con miedo. 

—¡No te hagas! me dijo ella. Ahora, si no quieres morir, me vas a tener que pagar el 50% de lo que tu familia gana. 


Pero mientras estaba haciendo ese trato con migo, escuché un disparo. 


¡Pum! 

Ambas nos asustamos. Es ahí cuando vi a la oficial que nos havía ayudado esa tarde. La mujer que hablaba antes con migo se acercó a ella. 

—Si crees que eres valiente, enfréntate con migo a plomazos. 


Aquella mujer, ¡era aitana! Sin embargo, la reconocí tarde. 

De inmediato, ambas llevaron su discusión fuera de mi casa. Yo me quedé asustada, pero luego agarré valor, cerré la puerta de la casa y suví a ver cómo estaban mi tío y Magalí, pues ella al escuchar a aquella mujer tratando de entrar se suvió con mi tío. Me quedé pensando en lo que havía pasado. 

Será mejor no decirle nada de esto a mi madre, ni a mi tío, pensé. En la tarde, se escucha la siguiente noticia en los medios de comunicación de la ciudad. Agente femenina de la policía deja varios heridos en pleno operativo. La oficial cuyo nombre reservaremos por seguridad intervino no solo a la mujer que andaban buscando(según sus declaraciones), sino también a los que quedaban por capturar de la organización criminal a la que imbestigan por los secuestros de los adolescentes y narcotráfico. Cuando pasaron las imágenes, me quedé estupefacta. ¡Quien havía salido en las noticias era la mismísima oficial que nos havía ayudado en aquella ocasión!

Al día siguiente, nos llamaron a declarar. Pero, quien también nos acompaññó fue aquella valerosa oficial, quien frente al juez dijo. Quiero declarar sobre el caso. El juez le da el permiso. Ella justificó que lo que havía echo aquella tarde fue en defensa propia. Luego de permanecer allí por horas, el juez declaró su inocencia.

La ciudad del caos

Capítulo 12


Esa noche, para mí, iba a ser, como dice una canción, una noche de paz, una noche en la que podía olvidarme del trauma que viví ese día, desde la búsqueda de los niños, hasta el rescate de Magalí. Pensaba que esto terminaría, pero no. 


Tuve un sueño en el que, ya no me vi como Lorena, sino como Magalí. En el sueño, vi a un hombre que me apuntaba con la pistola en mi cabeza diciéndome, "¡ahora sí que te mueres, te mueres!"

aún no era el día siguiente, sino media noche. 

Me levanté asustada por ese sueño. Pensamientos de tormento pasaron por mi mente. Ya no podía soportarlo más. 

Bajé al baño, hice lo que tenía que hacer, subí de nuevo a mi cuarto para, al menos, intentar dormir de nuevo, pero el miedo me invadía. 

"¡Ya no puedo más!" me dije, por lo que fui a cada una de las habitaciones a levantar a mis tíos y a Magalí, para reunirlos en la sala. 


—Lore, —me preguntó mi tío. —¿Por qué no puedes dormir?

—¿te acuerdas que te dije que mañana te iba a responder la pregunta que me hiciste del por qué arriesgué mi vida ayudando a la policía? —respondí. —Pues bien, ya no pude soportar más tiempo. 

Pero antes, le conté el sueño que acababa de tener. 

—¿Pero qué tiene que ver el sueño con lo que me vas a responder? —me pregunta mi tío. 

—No sé si te enteraste, —contesté. —Pero, —y le conté sobre la noticia de los dos presos que habían escapado, que estos eran nada más y nada menos que los que hasta ese momento se hacían decir llamar los padres de Magalí y cómo es que ayudé a la policía en la búsqueda. 

Mientras aún estábamos hablando, se escuchan golpes desde la puerta de la casa, así que corrí a abrir. 

Cuando la abrí, vi a unos oficiales. 

—Buenas noches. Venimos por Magalí. dijo uno de ellos. 

—¡Pero ella no hizo nada como para detenerla! —dije. 

—Solo la buscamos para que declare, para que cumpla la función de testigo. —Dijo. 

—Ella no será la única que declarará. Contesté. Yo también la acompañaré. 

—Nosotros también, agregaron mis tíos. 


Así que todos, en plena media noche, fuimos a la delegación.


Ya en el cuarto de interrogatorio, el agente del ministerio público me preguntó. 

—¿Conoces a estos sujetos, a los que ayudaste a la policía para que los capturen? 

—Sí, contesté. Es ahí cuando recuerdo que ellos ya una vez habían sido detenidos por robar comida a nuestros vecinos. 

Todos esos recuerdos de ellos se los transmití al oficial. Al final añadí. Pero Magalí, ni enterada, aunque sabía que ellos algún día iban a recibir su castigo. 

aún no terminaba de hablar, cuando alguien se presenta de forma imprevista. 

—¿Pero quién es? preguntó el agente del ministerio público. 

—Soy un oficial de la policía nacional, y vengo a declarar sobre el caso Magalí. Respondió. 

—Adelante, declare. Dijo el agente del MP. El oficial lo miró y dijo. 

—Vengo siguiendo los pasos malos de esta pareja desde hace 8 años. No actuaban solos. Tenían una organización criminal dedicada al secuestro de niños y adolescentes, a su reclutamiento en el mundo del ampa y al sicariato. Esta pareja malvada, al ver que su organización poco a poco iba cayendo gracias a nosotros, decidió cometer otro delito más, robo. Esta niña había sido secuestrada de sus verdaderos padres. aún no se sabe nada de ellos.


Es ahí cuando se me ocurre sacar mi celular y mostrar la noticia que aquella vez había visto. El agente al ver esto dice. 

—¿Aldana? de lo poco que sabemos, es la hermana gemela de Magalí. Ella también fue secuestrada por la pareja. Como ellas, muchos niños, niñas y adolescentes, como ya dije, fueron secuestrados por estos 2 malhechores. 

—¿Pero, qué tenían contra los padres de los secuestrados? pregunta el agente del MP. 

—Todo fue por envidia, responde el agente de la policía. Vieron que vivían cómodamente y quisieron vengarse.

Cuando les tocaba declarar a mis tíos, ellos solo dijeron que no sabían casi nada más que la captura de los supuestos padres de Magalí.

Justo en el momento en el que declararía Magalí, se puso a llorar y con todo el dolor de su corazón dijo: 

—¡ellos me pegaban si hacía mal algo! pero no solo eso, ¡me pegaban en todo momento!


—Con todas estas declaraciones, dijo el agente del ministerio público, hay pruebas suficientes para iniciar un proceso en contra de Juan Pablo Martínez y su esposa por los cargos que se les imputan.


Con esto, al menos, íbamos a estar más tranquilos, y así fue que pude, o mejor dicho, pudimos ya lograr dormir hasta el día siguiente.


A la mañana siguiente, siendo ya sábado, nos levantamos aunque un poco más tarde de lo habitual, preparamos y tomamos el desayuno y, al terminar, nos pusimos a platicar sobre lo de ayer, y qué podíamos hacer con Magalí. 

Después de debatirlo mucho, decidimos que buscaríamos a sus verdaderos padres, para que ella ya no esté más triste. Nuestra esperanza era encontrarlos, pero vivos. Y si aún así los encontrábamos muertos, al menos, los vería por un momento y les daría el último adiós. Pero, de nuevo tendríamos que solicitar apoyo de la policía nacional, dije. Es más. Otra vez tendré que vivir otro trauma para arriesgar mi vida. 

—Lore, interrumpió mi tío. —Los peligros se enfrentan en familia. ¡Si tú pudiste, nosotros también!

—De acuerdo, dije con un poco de miedo, pero empecé a pensar en la tristeza de Magalí, lo que me dio valor para iniciar la búsqueda junto a mis tíos.


Fuimos averiguando lugares, incluso una vecina nos dijo que ellos habían trabajado en una tienda de ropa llamada "Lo de Laura". Preguntamos dónde quedaba esa tienda de ropa y además preguntamos cómo se llamaba la mujer a la que buscábamos, ya que sabíamos sobre su esposo, pero ella hizo más que escaparse, y no dio ni la cara, ni su identidad.

—Dice llamarse Aitana. Pero no sabemos si en realidad es su verdadero nombre o está inventándose una trampa para lograr, de alguna u otra manera, escapar de la policía. Dijo la vecina, quien varias veces trató de denunciarlos por discutir con su hijo discapacitado hasta casi matarlo. Pero, ese trato de denunciarlo, no fue aplicado, ya que ella siempre les robaba el celular, no tenían teléfono fijo. 

Eran una familia de empresarios, el esposo fue heredero de una empresa de ingeniería fundada por el padre de este, lo cual le daba una buena fortuna. Y ella, fundadora de una empresa con especialidad en ropas y perfumes femeninos. Así que sus riquezas no les daban problemas para poder comprarse un celular por cada intento de denuncia, pero era más que eso. Su hijo tenía una discapacidad motriz. Ellos debían pagar a un asistente personal, la ida al colegio privado, idas a fisioterapia y los bienes de toda la familia. entre estos, ropa, alimentos, etc. Y en fin, les dio pena dejar el intento, pero no querían perderlo todo por denunciar a unos vecinos ladrones, drogadictos según ella, y además secuestradores y mentirosos.


Luego de saber sobre toda esta historia, nos pusimos a buscar la tienda "Lo de Laura" dónde  se ubicaba. 

La encontramos, pero al llegar, vimos un cartel que decía: "Cerrado hasta el 15 de octubre".


—Eh, ¿hasta el 15, 15, 15... de octubre? —Dije extrañada. —Recién hoy es 28 de setiembre, pero que la tienda esté cerrada hasta el 15 de octubre, esto es una tontería. Dijo mi tía.

—¡Lo es! ¡y encima que lleva 2 meses cerrada! Dijo Izzy, una amiga mía que venía pasando de imprevisto, metiendo ojo, oreja, nariz y boca en el asunto.

—¡Pero Izzy! —Dije asustada. —Me sorprende que andes por acá, loca. 

—Aj, sucede que... 

—Ne, —Le interrumpí antes que dijera algo. —no me vayas a decir que más niños desaparecidos...

—No, Lore. El caso es que... Laura es... dijo Izzy con algo de nervios. 

—¿Es? Preguntó mi tía.

—¡Es la directora del liceo! Gritó.

—Ah, ¿estás segura?

—Sí. Hace unos días asumió al cargo por renuncia de Silvia, la directora anterior.


Luego, con Isabel (o Izzy como le digo yo) acordamos para ver si podíamos hablar con ella el lunes en hora de recreo, interrogarla a ver si sabía algo sobre toda esta enredadera de cosas.


Y así fue. Dos días después de haber hablado con mis tíos para descansar y seguir el lunes, fuimos en el bus al liceo. 

Izzy estaba más concentrada en todo este asunto que en las clases. Y yo durante un buen rato tratando de ubicarla. 

Hasta que en un momento, la profesora de matemáticas descubrió todas las cosas, ya que de alguna forma, algunos de mis compañeros de curso, y sin que yo lo supiera, estuvieron involucrados en el asunto, a escondidas tratando de ayudar. Varios de ellos le contaron a la profesora lo sucedido. Ella le preguntó a Izzy. Le dijo que sabía lo de la tienda de Laura, cuya tienda estaba cerrada y que llevaba más de un mes así. Era uno de los hijos de la dueña de la tienda quien cambiaba los carteles, pero nunca se les ocurrió en vez de poner, "Cerrado hasta el 15 de octubre", poner: "Cerrado definitivamente por falta de recursos", o por cambio de trabajo... algo por el estilo.


Nos permitió que fuéramos a hablar con ella a la dirección durante el recreo a ver qué nos podría decir o aclarar.


Al llegar el momento exacto, fuimos y allí estaba ella. Vestida con uniforme, llevaba unos zapatos negros con tacos algo altos y una cara de bienvenida cuando nos recibió.


—¡Hola, chicas! ¿En qué las puedo ayudar?

—Directora, esto es un tema bastante serio y requerimos de su ayuda. —Dijo Isabel.


Yo pasé a contarles la historia, de la que mi compañera no sabía mucho, y luego, la directora nos contó la historia de cuando los secuestradores a los que buscamos, trabajaban en su local.


—Era un 10 de julio hará unos dos años. Se me presentó una pareja que buscaba trabajo, para ese entonces yo trabajaba en un local de venta de ropa y otros artículos. Sus nombres, Juan Pablo Martínez y Aitana Costa. Para ese entonces con una niña de 6 años llamada Magalí y su gemela, Aldana. Ambos aseguraban que ellas eran sus hijas, estaban pasando por una situación bastante fea en cuanto a lo económico. La mamá de Juan Pablo estaba muy enferma y quería hacer todo lo que fuera para poder ayudarla ya que su hermano, quien no hacía nada, era un drogadicto y siempre andaba metido en algunos (o varios) negocios extraños con gente rica.

Cuando los contraté, iba todo bien. Pero, luego de unos meses, comenzaron a suceder cosas extrañas.

Cierto día dijeron que iban a llevar a las niñas al trabajo ya que no tenían con quién dejarlas. Pero estando ellas, se armó el caos. 

Fue raro, ya que ambas decían "Extrañamos a mamá y a papá", siendo que ellos estaban ahí cerca, aunque estaban trabajando.

A la noche, cuando yo me disponía a limpiar el lugar para luego cerrar (y esto sucedía ya desde antes que llevaran a las niñas) me encontraba con cosas faltantes. Faltaban camisas, bolsas, abrigos, bufandas, varias cosas que habían ordenadas en una estantería.

Y lo que pasó luego fue que mi hija mayor, Josefina de 19 años para ese entonces, fue hasta su casa a entregarles un dinero, y allí nomás fue que descubrió que los objetos faltantes en mi tienda estaban en varios cajones desordenados en la casa.

Así que los despedí. Luego me enteré que Leila, mi vecina, sabía un montón de cosas sobre ellos que no sabíamos. Por ejemplo que las niñas en realidad no eran suyas, sino que en realidad habían sido secuestradas por ellos. 

Siempre habían deseado tener un hijo, pero por unos problemas de salud no se pudo. Según ellos fueron adoptadas. Pero mi vecina sabía toda la verdad, ¡ya que ella es hermana de su verdadera madre!


Nos quedamos atónitos al escuchar este testimonio, así que le pedimos a la directora que denuncie, pues entre más denuncias, la pareja pasaría más tiempo en prisión, y que Leila declare, que sea testigo.

Se hicieron las clases normales. A la hora de salida fuimos a la delegación para que la directora denuncie. En el camino, nos encontramos con otra agente de la policía nacional, quien nos saludó y nos dijo. Buenas tardes. Mi nombre es Carlota. Pero antes de que pudiese seguir hablando, vimos a unos metros una escena macabra. Unos hombres estaban al lado de Leila. Ellos la intentaban ahorcar.

Entonces uno de ellos volteó a mirarnos. En cuanto nos vio, le hizo una seña a otro compañero, a quien llamó "jefe", y acto seguido a los otros que lo acompañaban, que andaban de espectadores viendo a ver qué otra víctima se acercaba, a ver si como no podían solo con Leila, podrían entre todos con las demás.

Pero no. Dejaron de mirarnos y siguieron tratando. Siguieron tratando de ahorcarla, cuando de repente, la oficial que estaba con nosotros, la que aún no acababa de presentarse, levanta la mano. Y como por arte de magia, aparecen como 20 agentes más en el lugar.  Uno de ellos grita: 


—Policía, ¡al suelo!

Se oye un disparo. Mientras todo eso sucedía, nosotros alejamos a Leila para que no le suceda nada.


Más pronto que tarde, los agentes se llevan a los hombres.

Estando todo un poco más tranquilo, llegó el momento de declarar para Leila. 


—Yo conozco a esa familia desde hace ya varios años. El supuesto padre, antes de dedicarse a lo que hace ahora, trabajaba como repartidor de productos en una fábrica. 

Pero llegó un tiempo en que dicha fábrica se fundió... Ni dos años duró el empleo. Cierto día, lo escuché hablar con una amiga mía que a su vez era amiga de la mujer, y le dijo: "Mira, estaba trabajando de repartidor en una fábrica. Pero al año y 10 meses, la empresa se fundió y bueno, varios quedamos sin empleo. Lo que no entiendo es el porqué; siempre que ingreso a algún empleo, se funde. y entonces, he tomado una irreversible decisión. No trabajaré de más nada. Nos buscaremos una mejor forma de vivir sin trabajar. No importa, aunque sea robar... cualquier cosa que hagamos me da igual". Y sí, de ese modo empezaron los problemas. 

Cuentas sin pagarse, el alquiler de la casa, la comida... todo eso en fin. pero en un momento, la madre de Juan Pablo se enfermó de gravedad y fue él quien debía encargarse de su cuidado ya que, el hermano de este, andaba metido en otras vueltas. Con drogas, asesinato, robos, acoso y un montón de cosas que no voy a nombrar. 

La mujer, Aitana, no trabajaba. No había completado el siclo básico de secundaria y para ser así, se le complicaba la búsqueda de empleo. porque en varios, por no decir todos los oficios, es obligatorio tener completado al menos siclo básico. 

En una de sus búsquedas, tuvo suerte. Consiguió trabajar como secretaria en un local de ventas de ropa, cuya propiedad pertenecía a la directora del colegio número 25 de la ciudad. 

—¡Ahí estudio yo! —dije. 

—Exactamente, pero sigamos. La cosa fue que un día, ella no tenía  con quien dejar a las niñas y decidió llevarlas al trabajo. Fue mala idea, porque tenían 6 años en ese entonces y no tenían la suficiente paciencia que un chico de 15 años yendo con sus padres a su trabajo y buscando formas de matar el aburrimiento. A ellas hacer la misma actividad (jugar con las muñecas que se llevaban) les aburrían. y lo que pretendían hacer que realmente mataba el aburrimiento, era: Correr, saltar, gritar, desordenar todo el local. 

A la noche, momento en que cerraban y limpiaban, se encontraron con cosas faltantes en varios estantes, algunas bolsas, cajas, envases... Y sí, estaban en zonas bastante inseguras; zonas que hasta un niño lograba alcanzar y llevarse lo que encuentre. 


Luego de la declaración de Leila, la policía encontró otros antecedentes de esta pareja. 

En su historial no decía que el padre vendía productos en una fábrica, ni que los repartía. Era una trampa que les juró a su vecina y a otros de los suyos para no caer. Él formaba parte de la organización criminal que integraba su hermano. Era el lugarteniente.


Esta organización criminal, no solo se dedicaba al narcotráfico, sino también al secuestro de menores de edad(niños y adolescentes). La policía fue a allanar el colegio como parte de las investigaciones y encontraron escritos ocultos, en los que los secuestradores amenazaban a los padres con pagar el rescate de sus hijos. Varios habitantes de la ciudad no pudieron aguantarlo por más tiempo, y fueron a denunciar a esta organización, pues la mayoría de las familias había perdido a un hijo por secuestro.

Unos días después, cuando ya era sábado, mi madre, como siempre, me encargó que no le abra la puerta a nadie. Mi tío estaba durmiendo en su habitación. Ella se fue al mercado con mi tía, y yo me quedé con mi tío dormilón y con Magalí. Estábamos tranquilos, cuando desde a fuera se escucha una voz de mujer. 

—Abran la puerta, ¡o la rompo! 

No sabía qué hacer, pero me dije a mí misma. Esto lo hago por Magalí, ¡por mi familia! ¡Me arriesgaré! así que corrí a abrir la puerta. 


—¡Ajá! ¿así que tu y leila fueron las chismosas que le contaron todo lo de nosotros a Carlota? Me quedé pensando en lo que me dijo la mujer. Pero, ¿Qué tiene que ver la agente que nos ayudó en el caso? me dije. 

—No, le respondí a la mujer con miedo. 

—¡No te hagas! me dijo ella. Ahora, si no quieres morir, me vas a tener que pagar el 50% de lo que tu familia gana. 


Pero mientras estaba haciendo ese trato con migo, escuché un disparo. 


¡Pum! 

Ambas nos asustamos. Es ahí cuando vi a la oficial que nos había ayudado esa tarde. La mujer que hablaba antes con migo se acercó a ella. 

—Si crees que eres valiente, enfréntate con migo a plomazos. 


Aquella mujer, ¡era aitana! Sin embargo, la reconocí tarde. 

De inmediato, ambas llevaron su discusión fuera de mi casa. Yo me quedé asustada, pero luego agarré valor, cerré la puerta de la casa y subí a ver cómo estaban mi tío y Magalí, pues ella al escuchar a aquella mujer tratando de entrar se subió con mi tío. Me quedé pensando en lo que había pasado. 

Será mejor no decirle nada de esto a mi madre, ni a mi tío, pensé. En la tarde, se escucha la siguiente noticia en los medios de comunicación de la ciudad. Agente femenina de la policía deja varios heridos en pleno operativo. La oficial cuyo nombre reservaremos por seguridad intervino no solo a la mujer que andaban buscando(según sus declaraciones), sino también a los que quedaban por capturar de la organización criminal a la que investigan por los secuestros de los adolescentes y narcotráfico. Cuando pasaron las imágenes, me quedé estupefacta. ¡Quien había salido en las noticias era la mismísima oficial que nos había ayudado en aquella ocasión!

      Al día siguiente, nos llamaron a declarar. Quien también nos acompañó fue aquella valerosa oficial, quien frente al juez dijo. Quiero declarar sobre el caso. El juez le da el permiso. Ella justificó que lo que había echo aquella tarde fue en defensa propia. Luego de permanecer allí por horas, el juez declaró su inocencia.