lunes, 27 de diciembre de 2021

Una historia para contar: La ciudad del caos, capítulo 11

La ciudad del caos

Capítulo 11


Se nos ocurrió buscar con otro método: _Consistía en buscar en lugares prohibidos de entrar para los niños. lugares donde podría haber peligro y tal, puesto que... los niños en esas edades suelen ser muy traviesos y... ya sabes dónde te podrías encontrar alguno de ellos...

Sonaba aterrador para dos madres preocupadas pensar en lo que podría haber pasado, pero valía la pena hacer al menos un intento. Así que nos organizamos para ir al día siguiente a alguno de esos lugares prohibidos para niños que tenían cerca de su casa.


Vimos una pista en una de las calles. Era una zona de mucha delincuencia, en un barrio muy inseguro y donde casi nadie podía vivir en paz; bueno, si se pudiera, serían pocos vecinos los que lo logren. 

Allí vimos una plaza, supermercados y casas. Casas, casas y más cas... Pero esperen, vimos cuatro casas abandonadas. Esto indica que deberíamos ponernos a buscar en cualquier sitio que encontremos adecuado para hacerlo; Ya sé, en el supermercado.

—¿Estás segura? —me preguntó la mamá de la niña.

—Sí que lo estoy. Vine a estos lados con una amiga de mi tía hace un año. Bueno, no vinimos exactamente acá, pero pasamos cerca. Cuando fuimos a pasar la tarde en un campo.

—Ah bien, confío en ti, busquemos acá a ver si encontramos al menos alguna pista o a al menos uno de los chicos perdidos allí.


Ya estando en el mercado, les dije: 

—¡A buscar! ¡No debemos perder la esperanza! 


Mientras caminábamos, en una zona nos encontramos con una TV de buen modelo, buena marca y alta calidad (HD) 


—¡Mira ese TV! —le dije a la madre del niño. 

Pero justo escuchamos lo siguiente. 

-¡Atención! Presos fugaron hace unos días del penal número 1 de la ciudad de Entrada (más conocida como "La ciudad del Caos") La policía está tratando de dar con ellos. Un hombre y una mujer, de 40 y 39 años respectivamente. Quienes conozcan a estos sujetos, por favor comunicarse al *(número reservado) para más info. La mujer es delgada, alta  y cabello rubio, tiene 39 años y fue encarcelada recientemente por robo en varios domicilios. 

El hombre tiene 40 años, alto y gordo. También encarcelado por robo.

Ambos aseguran tener una hija de unos 8 o 9 años. 


—¿Qué... Es esto? —Pregunté algo extrañada.


Pensamos que alguien nos estaba haciendo una broma, pero entonces vi a una mujer alta, delgada y parecía tener unos 30 o por ahí. Estaba en una zona ya bastante alejada de donde habíamos encontrado el smart TV hacía un rato. 

La mujer andaba con dos niños bastante pequeños. No bebés, pero sí pequeños. 


—¿Vieron, chicas? —Pregunté.

—¿Esa mujer que está por allá? —Preguntó Carina, la madre del niño.

—Sí, así es. Está junto a dos niños pequeños y una cajera. —Dije yo.

—Esa mujer debe tener a los niños que buscamos. Vamos a ver. si no damos con ellos en este preciso momento, seré yo quien se encargue de esta situación. Llamaré a la policía y denunciaré a todo el personal de este supermercado sin importar si luego sea yo quien tenga que sufrir las consecuencias. Lo hago por bien de los niños, por bien de la familia. —dijo Carina algo enfadada. 

—No, Carina. No lo hagas. Te lo digo por tu bien y por el bien de toda la familia y los trabajadores de este lugar. A varios de ellos los conozco desde que fuimos a la universidad, y allá cada cierto tiempo me junto con alguno que otro de ellos. —Dijo Daniela, la madre de la niña.

—No, no. De ninguna manera, ya que, primero que todo: ¿Cómo podemos asegurar que esa mujer es una criminal sin saber antes su procedencia, de dónde llegó, quiénes son esos niños? Ustedes podrían estar hablando de la mujer que describieron en el informativo, ¿Pero cómo podemos saber si es ella? Hay muchas mujeres con las características descritas anteriormente, así que. Puede ser que no sea. con esto me refiero a que la información dada en ese informe fue muy ambigua, poco coherente y carente de sentido. No se sabe su ubicación actual, ni el nombre de su supuesta "hija de 8 o 9 años", ni si los niños... Bueno, en fin, les estoy dando mucho en qué pensar. Así que vamos, ¡A seguir buscando! —Les dije. 


Mientras buscábamos, encontramos un grupo de personas sentadas en una escalera, me parece que eran trabajadores de por allí. Uno de ellos nos saludó y nos dijo:

—¿Y ustedes, qué hacen por aquí en estos momentos? 

—Nada, estamos queriendo encontrar a dos niños perdidos. Llevan unos días, y tememos que algo les haya pasado. —Dije yo.

—Hace unas horas, vimos a dos niños y una mujer, con ropa bastante sucia, vestidos de una forma tan desagradable que, sin dudarlo, les dimos algo gratis para que coman y beban. —Dijo el segundo de los trabajadores.


Luego nos pusimos a conversar un rato, sobre cómo travesuras de niños pequeños pueden llegar a cosas... Algunas buenas, otras no tan buenas y otras malas. Y mientras tanto, pensábamos en que, si no lográbamos resolver este caso llamaremos a la policía y ellos se encargarían de ayudar. 

Pero justo cuando dije "policía", nos sentimos engañadas, ya que uno de estos trabajadores sacó un arma y mientras apuntó hacia nosotras, dijo lo siguiente:



—¡Al suelo, malditas desgraciadas! ¡Vamos, mier**! Si ustedes llaman a la policía, juro que las voy a matar. Así que... ¡No intenten denunciar a nadie!


De pronto, un guardia de seguridad entró a donde estábamos, le quitó el arma al muchacho y le dijo: 

—¿Qué hace usted acá? Usted no es un trabajador de este lugar. Y esta zona es para que los trabajadores vengan a descansar en algún momento. Pero usted... y encima armado, no tiene nada que ver. Y otra cosa: ¿Qué tiene en contra de estas dos señoritas? Quítese esa máscara, le doy una orden y a mí si doy órdenes, se tienen que respetar. ¿Entendido?


Entonces, el hombre obedeció la orden del guardia y se quitó la máscara que llevaba puesta. Y en fin, esa cara me pareció conocida. Al menos de verla, al menos de ver alguna foto o directamente a la persona en cuestión. 

O tal vez a un gemelo suyo, quién sabe la realidad. 


—Ajá. Con que usted es el hombre al que se anda buscando e investigando, Juan Pablo Martínez. Usted fue quien pasaba por varias casas robando comida y ropa, fingiendo vivir en la calle con una niña de 8 o 9 años llamada... Magalí, pero ese caso no es el que realmente importa. Dijo el guardia mientras maniataba al señor para llevárselo a los policías investigadores.


—Chicas, este caso es demasiado raro... No sé qué decir. En fin, sigamos buscando, que al menos con esta pista sé que lograremos hallar algo. —Dijo Daniela algo sorprendida. 


Yo estaba a punto de decir algo, hasta que veo a un grupo de cuatro personas. Dos mayores (uno vestido con uniforme policial) y dos niños bastante pequeños. 


—Buenas, soy el oficial Marcos Suárez, oficial de policía suplente. Creo que conocen a Mauricio. Se acaba de ir unos días a ver a su hermano a la capital ya que este  está muy enfermo. Y estos días más que nunca, tiene que estar la familia para apoyarlo en lo que se pueda.


—Y, ¿tienen alguna pista del caso para guiarnos? justo enfrente estaba el guardia con el ya desenmascarado secuestrador. 

El bijilante, al ver a los oficiales, les dice. 

—Encontramos algo aun mejor. Este es uno de los que andan buscando. Fingía ser uno de los trabajadores del personal de este centro comercial.


 Los oficiales, de inmediato, lo arrestan y le dicen. 

—¡Quedas detenido por evasión a la justicia en la modalidad de fuga de presos, secuestro de menores de edad, tenencia ilegal de armas y presunta delincuencia organizada y sicariato! 


Mientras se lo llevaban él gritaba: 

¡Malditas, desgraciadas, , traidoras, no saben con quien se meten, las van a pagar, las van a pagar. suéltenme malditos.

Hasta que ya no se le escuchó más. Justo en ese momento, aparecen más oficiales en el lugar y nos dicen. Gracias por ayudarnos a capturar a uno de ellos. Aún falta la mujer, pero tenemos que prepararnos para lo que se viene. 

—Vimos a la mujer pero no sola, sino con personas a su lado, y en cima la vimos en frente de una casa supuestamente abandonada. —dicen mientras se acercan a mí. 

—¡Captúrenlas! dije con coraje. 

—Justo eso es lo que vamos a hacer, pero ustedes estén listas para recibir a los niños. 


Nos dirigimos con los oficiales hasta la casa, y justo enfrente, vi a la mujer de la que tanto hablaban, pero tal como la describió el oficial que hablaba con nosotras, la vimos con más personas. VI también a lo lejos a los niños secuestrados. Los vi por la pequeña abertura que habían dejado al abrir la ventana. Mientras esperábamos, una de las personas se acerca a mi y me dice: 

—¿alguien aquí se llama Lorena? 

—YO, contesté. 


De pronto la persona me empezó a apuntar con el arma y me dice, te vas a morir, ¡te vas a morir! pero justo a lo lejos se escucha, policía nacional, están rodeados, ¡al suelo! ¡al suelo! ¡al piso! y se dan disparos al rededor. 

Nos sentimos asustadas, no sabíamos hacia dónde correr, mientras aún se escuchaba, tira el arma, tira el arma! pun pun pun y más disparos. Uno de los sicarios corría y decía, a mí no me agarran, pero un oficial lo siguió por de tras, suelta el arma, suelta el arma! y más y más disparos se desataban. 


Entre la tremenda balacera que se armó, nos abrimos paso para entrar a la casa, y vimos a los niños secuestrados atados. Entre ellos, estaba Magalí, mi hermana. 

—¡Lorena! —dijo al vernos.

—¡Magalí! —le dije algo sorprendida. ¿cómo llegaste hasta acá? Hoy a la mañana vi que estabas en casa.

—Lo que pasa es que iba a buscar algo a la casa de una compañera, cuando de pronto vi a un muchacho que me preguntó si quería un caramelo. Le dije que sí y me lo dio. Muy rico, tenía sabor menta. Pero lo peor, lo peor es que me fui quedando sin energías y caí al suelo como dormida. No sé cuánto habrá durado el efecto de esa sustancia que me dejó dormida, pero lo que sé es que recuerdo cuando la probé y... y lo siguiente, no me acuerdo de nada. Ni siquiera recuerdo cómo llegué acá...


Mientras conversábamos, se escucha la voz de un hombre que se acerca. 

—Están a salvo. Yo no lo pude reconocer al principio. No me parecía haberlo visto, pero apenas pude reconocer que llevaba puesto un uniforme de policía. 

—Soy el oficial Marcos Gómez. —Me dijo. —Soy un agente de la policía pero en otra ciudad. Sin embargo, cuando nos llegó la noticia de los que habían fugado, decidimos venir a ayudar a colegas de esta zona a buscarlos. 


—¡De nosotros nadie se nos escapa! —se escucha la voz de una mujer a lo lejos. 

—Traidora, desgraciada!. 

Pero el oficial que hablaba con migo grita: Claudio,  ¡agárrala, agárrala! y se fueron, chocando con tarros y cajas que la gente dejó tirados en medio del camino. 

Luego se oyeron gritos de mujeres, las máquinas dejaron de funcionar, las alarmas se empezaron a activar y se declaró la emergencia con una alerta, "Asesinos en acción".


De pronto, a lo lejos, más y más disparos se oyeron y se escuchaba. ¡Esta si que las pagan! pero con varios agentes custodiando, nos alejamos y nos fuimos a nuestra casa, para estar a salvo. 

Al llegar, encontramos un papelito escrito, el cual decía: "Mira, Lorenita. tenemos secuestrada a tu hermanita. ¿jamás le digas nada o sino tu, ella y toa tu bandita de locas van pa la tumba!"


Al leerlo me quedé pensando por un momento. A lo mejor esta fue una de las advertencias de los secuestradores. 

—Lo siento hermana, dije. Tengo que confesarte algo...


Pero justo cuando estábamos a punto de confesarle, se oyen golpes de puerta. Cuando abro, llega mi tío. 

—¡Lore! ¿Pero por qué te arriesgaste?

—Larga historia, tío. Mañana, si es que puedo, te la cuento.


A la noche, dormimos como siempre. Tratando de al menos olvidarnos de todo el trauma agotador de hoy.

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Algo diferente. Poema, El Cielo De Estrellas. Escrito por mi.

El Cielo De Estrellas

Yuliana Peralta


    En el cielo brillará el sol con todo su esplendor, y no faltará un amor que te ilumine el corazón. 

Un amor que desata cadenas, que provoca alegría y no penas. 

Que derrite hielo, que te eleva al cielo, donde hay solo calor y no frío. 

Una mano que levanta de la arena a aquel soldado caído, con un corazón lleno de gozo y no vacío. 

Que la basura se junte sola y que el mar la arrastre con sus olas, que limpie la orilla de la playa, que se hunda lo malo en la arena de ella. 

En el cielo brillarán las estrellas, las luces más bellas, 

llegarán los rayos al tocar la tierra, y verás que tan soldado caído estás en la guerra.

Sonará una campana indicando una bella mañana, y el comienzo de un día lleno de alegría.

Aparecerá un bombón con un noble corazón, que con toda su luz provocará una explosión.

Esa explosión, te hará sentir emoción. Escucharás una linda melodía, una dulce canción.

Verás que a tu lado volarán mariposas. Una sensación que en verdad es hermosa. 

Y desde ese comienzo, surgirá ese momento, y a todo lo que se pudrió, que se lo arrastre el viento.

Vendrán tiempos mejores, de buenos amores. ¡Y verás que en el cielo de estrellas hay ricos sabores! 

jueves, 7 de octubre de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 10

La ciudad del caos
Capítulo 10

Una mañana lluviosa de martes, con las gotas que caían una a una, como si fueran soldados apareciendo en fila por una calle de la ciudad, como si algo o alguien les llamara la atención y todos quisieran ir a verlo.
Magalí, como siempre, sentada pensando si iba a estudiar o no. La lluvia era torrencial, así que ni yo iba a pensar. Estaba totalmente segura de que no iría. Los profesores en esos días no pasaban lista. Y los de mi clase eran tan bobos, que llegaban y se sentaban a esperar que se abriera la puerta. No les gustaba dejar de esperar. se quedaban allí de diez a quince minutos esperando, como si fuera una paz interior lo que les decía: "Esperen tranquilos, ya  pronto les abrirán la puerta". Y llegaba a tal punto de que se hacían veinte, treinta, cuarenta minutos más, eternos como un mes aburrido.

—¿Lore? —preguntó de repente. —Mira, tengo algo para mostrarte.
—Es... ¿la espátula que estaba en la mesita de luz?... ya la vi. pero... ¿qué haces mostrándome eso?
—Es que... Estás... no sé, anoche, mientras dormías, escuché que hablabas algo raro.
—¿Algo raro? —le pregunté con algo de nervios. 
—Sí, eso. Decías cosas como... ¿Dónde está? La estoy buscando, la necesito. Luego te bajaste de la cama, te pusiste a dar vueltas, hasta que tropezaste con la mesita y la agarraste. Pegaste un gritito nomás y te acostaste en el piso. Tu tío te vio, se levantó y te tomó en sus brazos volviéndote a acostar en la cama  tapándote. Así fue la historia de "La chica sonámbula que nunca lo fue". La loca que dejó sorprendido al tío por un simple gritito que, si te soy sincera, sonó desgarrador. como si alguien te estuviera torturando o matando.
—Esto no me gusta nada... —le dije. 

El corazón me latía a mil. No me gustó el haber escuchado esa historia. y creo que si no me hubieran salvado, hasta ahora, por el simple hecho de un simple grito, creo que me habría dado un susto al estilo infarto.

Me vestí y salí del cuarto. Necesitaba despejarme, así que me preparé una taza de café y un pan tostado. 
Pero las cosas se pusieron más locas de lo que esperaba. Magalí se había acostado a dormir otro rato ya que la lluvia continuaba, pero ahora con granizos. Mis tíos aún no se habían levantado, estaban acostados viendo el informativo de la mañana.
Entonces, escucho ruidos en el cuarto. Primero el mueble, como si estuvieran buscando algo. Luego un grito. ¿Qué estaba pasando? Ahora era yo quien estaba asustada.
Fui a ver qué era lo que estaba pasando. 
Estaba en el  cuarto de mis tíos, ambos estaban abrazados, como si les hubiera asustado algo o alguien. 

—¿Es... la misma historia? —preguntó mi tía. 
—Sí, pero parece que esta vez se trata de Magalí. Algo raro les está pasando a las chicas. Podrá ser algo relacionado por el estrés que pasaron hace unos días con lo de las pruebas... o no sé. Es raro.
—No creo, amor. —dijo mi tía. —Seguro es que Magalí se quedó mirando historias de terror hasta tarde... Ah, no. Porque de ser así, a las dos les hubiera pasado al mismo tiempo. 

Pero las cosas se pusieron aún más raras cuando, en determinado momento, golpearon la puerta. Así que fui a abrir.

—¡Hola! Me llamo Lorena, mucho gusto. 
—Hola, me llamo Mauricio. soy el jefe de policía local. Vengo por estos lados porque junto a varios grupos de policías del país estamos entrevistando a familias por un caso muy... "¿extraño?" que ha estado ocurriendo en los últimos días. 
—OK. ¿Me espera un momento? Iré a buscar a mi tía o mi tío para avisarles de esto.
—Está bien, espero. Por cierto, me gusta cuando en algunas casas hay menores que atienden con tanta amabilidad a quien llega. Es algo tan hermoso...

Llamé a mi tía  y juntas salimos hacia donde él estaba. Los dejé hablar y fui a mi cuarto a revisar unas cosas. 
¿Cosas? Si solo era revisar mi teléfono y ver si hay una notificación importante. 

Revisé unos mensajes del grupo de la clase, que se vé que algunos fueron a pesar de ser un día de lluvia. Y luego respondí algunos mensajes de una de mis tías que vive en otra ciudad.
Entre otras cosas, me encontré una noticia. "Niños desaparecidos desde esta madrugada, uno de cinco años y otra niña  de tres". 
Esto estuvo bastante raro, ya que nunca se desaparecen, duermen toda la noche sin complicaciones. 

Fui a comentarles todo esto a mi tía y al policía (llevando, claro está, el teléfono en mano con la página abierta) y él me dijo: 
—Hmmm, mira nomás. Justo era el tema del que estamos hablando. Es algo raro, algo jamás visto.
—Así es —respondió mi tía. —Lo más raro es que fue en un barrio donde todo está bien controlado, casi no hay delincuencia y, además, el último robo o asesinato que hubo por allí antes de que se empezara a controlar todo y a poner cámaras de seguridad fue hace menos de 3 años. 

Sí, la mayoría de los barrios de esta ciudad son bastante movidos y siempre o casi siempre anda algún que otro chico con un arma con la intención de robarle a alguien y acabar con su vida. Pero ese barrio, llamado por quienes viven por allí como "Villa Tranquilidad" por la extraña paz que hay por allí desde hace poco, es el lugar soñado por muchos. Casas grandes y espaciosas, una plaza para ir y disfrutar en familia, el shoping y un colegio de primaria y secundaria, dos por uno.

Mauricio nos invitó a acompañarlo a investigar sobre todo este tema. 

Al llegar al barrio indicado y encontrar la casa donde se dice que ocurrieron los hechos, vimos a dos mujeres bastante preocupadas. Una era la madre de la niña y la otra era amiga de la primera. Habían pasado la noche juntos luego de que hicieran un paseo casi familiar y que la niña quisiera alejarse de ellos para ir a correr con otros niños. Pero como es demasiado pequeña... ya ni modo.

Les preguntamos cosas sobre los niños. El niño se llama Lucas y la niña Milena.
Ellos nunca se alejan tanto de casa. a donde van bastante seguido ellos solos, es a la casa de su abuela, que está en frente de la que viven. Como por allí no pasan muchos vehículos, no hay peligro. Aunque Lucas, con 5 años, sabe respetar el tener cuidado la calle y tal. 

Luego que nos contó todo eso de la calle, nos preocupamos. Todas las veces que vemos niños pequeños cruzando la calle, siempre van acompañados de algún mayor. Sus padres, si tienen hermanos mayores, tíos, etcétera. pero este caso es muy particular, algo que solo las familias raras suelen hacer. 

Comenzamos a buscarlos. En su cuarto no estaban, y mucho menos en el patio techado donde solían jugar los días de lluvia.
Le preguntamos a la abuela, quien tampoco los vio. Se asegura que como desaparecieron en horas de la madrugada, tipo 3 o 4, todos estarían durmiendo y nadie vio nada. 

domingo, 29 de agosto de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 9

Era un fin de semana como cualquiera, sábado por la mañana. Había hecho ya todas mis tareas como cualquier estudiante responsable y estudioso. 

Salí a buscar unas cosas para el almuerzo y pasé por  la casa de mi amiga Rocío. 
No me lo esperaba: pila de cosas tiradas en el suelo de la entrada como si un perro hubiera pasado por allí, destrozando toda la basura a su paso. Pero no se trataba de un perro, sino de tres niños chicos que andaban jugando solos en la calle, así que me acerqué y les hablé. 

—¡Hola! Me llamo Lorena. Ustedes... ¿de dónde aparecieron? ¿Quienes son? 
—Soy Kevin. Tengo nueve años. Y ellas son mis hermanas Sofía y Melanie. Sofía tiene siete años y Melanie cinco. Un gusto. 
—¡Oh! Muy bien educado y amable como para tener nueve años. Parece que tuvieras... trece o catorce. Yo estoy por cumplir catorce —les dije. 
—Ah, qué bien. Bueno, nosotros vamos a volver a casa ahora. Sigue pasando una linda mañana, Lorena. —me dijo, mientras señalaba a las niñas para que guarden sus cosas antes de irse.

Al entrar a la casa, encontré a Pamela, la mamá de }Rocío. Estaba sentada en el sofá leyendo un periódico. 

—¡Hola! Disculpa la molestia, pero vine a dejar el... ta... 
—Ah, sí. Lo olvidaba. el tazón que me habías pedido hace una semana, aunque nunca entendí para qué lo necesitabas. —me dijo.
—Era para un proyecto.
—¿Un proyecto?
—Sí, una especie de experimento con tazones. Mi tía no podía prestarme uno de los suyos porque dice que... ha estado muy ocupada en una actividad que también se necesitaban varios de esos. Y ella cada día llevaba más. Un día dos, otro día tres, otro día cuatro... hasta que pasó la semana. Y para mí, era importante realizar el proyecto. 
—Qué serán esas actividades raras en las que se mete tu tía. Estará inventándose algo llamado... "La Tarrería", seguramente. 
—¿Tarrería? ¿Y eso?
—Hmm... Cosas de tazas, tazones... tarros en fin. 

Esa manera de decirlo de Pamela, me sonaba algo infantil, así que dejamos ese asunto de los tazones. Le pregunté sobre Rocío. Estaba en su cuarto, así que la fui a saludar. 

—La panda morada —dijo, sin mirarme ni señalarme. 
—¿Qué? —le pregunté. 
—Nada, estoy viendo algo de mi hermana. Sucede que... 
—Espera. ¿no vas a hablarme de la tarrería ni nada de eso, no? —era evidente que no lo iba a entender.
—¿what? Oh... no sé de qué va eso de la "Tarrería, pero no es nada de eso. Solo lee esto y dime. 
—La... panda morada —dije. 
—Sí, de eso se trata. Es que mi hermana está intentando hacer una especie de cuento con eso. Es para un concurso. La idea es que los cuentos lleven la palabra morado o morada en él. Aunque es algo estúpido y de gente tonta (a ella misma se lo dije) pero quiso participar en ese concurso, de todos modos. 
—ja, ja, ja. Gente raruna —le dije. 
—El otro día me hablabas de... Álvaro, o algo así era su nombre; y yo me iimaginaba crear una historia de amor llamada... Lore Lightwood y los cuarenta amores. Incluido él. 
—¿Lightwood? ¡Pero qué es eso! No estás inventando cosas... o estás obsesionada con ese libro de los Shadowhunters que te di el otro día, que ya me cambias hasta el apellido. Y los 40 amores, otra tontería, muy relacionada con... una historia de mi abuelo.
—Es que... yo... ¡Lore A... Al... bueno, no lo recuerdo ya. Ja, ja, ja. 
—Alvarado, supongo. Aunque... ni es A, ni empieza con A.  
—Bueno. Lore Hernández, supongo. 
—Al fin. Al fin lo recordaste. Bueno, espero que tengas un lindo día, debo ir a llevar unas cosas a casa. ¡Te quiero!

Salí de aquella casa, aturdida. Primero con lo de los tazones, el artilugio favorito de la señora. y ahora... un concurso de cuentos medio estúpido y una chica obsesionada con un libro. Tanto, que ya hasta le cambia el apellido a su mejor amiga. 

—Tía, he... regresado. Disculpa tanta demora. 
—Nada, amor. Recién me acabo de duchar. Creo que estaba durmiendo cuando te fuiste. y tu tío... no se despierta ni con el sonido de un rayo parece. Así que tranqui.
—Ah, bueno. Pero... tengo unas novedades medias raras para contarte.
—¿Novedades medias raras?
—Sí, así es. 

Le conté toda la historia. Lo de los niños, el papel a medio terminar del  cuento de la hermana de Rocío, lo de los tazones... 

—No. Mi amor, esas son cosas muy raras. A esos niños nunca los vi. y... ¿Qué clase de tazones decías? 

Me pareció que mi tía estaba perdiendo la memoria o algo por el estilo. Ni siquiera recordaba haberme dado un libro para regalarle a Rocío por su cumpleaños. aquel libro con el que quedó obsesionada e intentó cambiarme el apellido.

Llamé a un médico que era amigo suyo. Le conté todo eso y que ella ya no era capaz de recordar cosas como esas. 

—Buenas. Mira, Lore querida. Vas a tener que traerla cuando puedan, ya que esto es un tema algo serio. Tu tía se pudo haber caído, golpeado fuerte mientras se duchaba... 

Pero ella dijo que no se había caído ni nada por el estilo. O tal vez quiso ocultar lo de la caída para no dejar mal a nadie. Así que le dije unas cosas al doctor, corté la llamada y me fui a ayudar con unas cosas.

Cuando estaba lista la comida, recibí un mensaje. Era de Álvaro, el chico con el que estaba saliendo. 

"Hola, Lore: Siento lo de tu tía. me lo acaba de contar Magalí, me la encontré en una esquina. Iba a buscar unas cosas a la casa de mi primo y me la encontré, cerca de la tienda de ropa. 
Me contó que tu tía se dio un golpe en la ducha y está perdiendo la memoria. Espero que de las heridas se recupere, aunque dudo que vuelva a recuperar los recuerdos en algún momento. 
Saludos y corazoncitos."

De pronto, me desperté. Estaba en mi cama. Miré la hora en el reloj que tenía en una mesita, las 10 y 25 de la mañana. 
Preparé el desayuno y saludé a mis tíos y a Magalí. Cuando el desayuno estaba listo, serví una taza de café para cada uno de nosotros y unas tres tostadas para cada uno.
Luego les conté sobre el sueño raro que tuve. Magalí dijo: 
—No, vos no regalaste ese libro, si lo estás diciendo así. Parece que la que está obsesionada con ese libro sos vos. tanto, que soñás cosas raras... 

Nos echamos todos a reír. No sabía que un libro causaría tantas cosas raras. Desde pensar que se lo regalaste a una compañera a quien le encantó, hasta creer que ella te intentó cambiar el apellido más de una vez. 

Y lo de los tazones... nada mejor que un baldazo de agua fría a quien inventó eso. 


Historia loca, la ciudad del caos

Este capítulo está dedicado a personas locas, entre las cuales me incluyo.

sábado, 28 de agosto de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 8

Preparé mis cosas y me dispuse a estudiar un poco para la prueba que tendríamos la semana siguiente. Esperaba tener una buena calificación, y así, poder obtener un mejor rendimiento en la materia de Biología. pero era casi un reto, ya que desde que llegué a enterarme que mi compañera Rocío estaba pasando mal momento en el liceo, las cosas iban de mal en peor para mí. Me preocupaba tanto, que llegué a bajar un poco, pero solo era un poco. Esa noche, no logré dormir casi. Me puse a pensar en alguna cosa para decirle a la directora del liceo. Aunque ya se notaba que cada cosa que le dijeras a ella, te lo tomaría como mentira y te daría un mes entero sin clase. Así que debía haber argumentos válidos para todo lo que estaba pasando. Porque... ¿Cómo las cosass podían ser así? Desde que la profesora de Historia nos había dicho cosas relacionadas a que la chica parecía un bebé y que la mandaran a una escuela especial, o que no debía estar en clases con nosotros... Eso, sinceramente me artó bastante, a tal punto de que ya varias veces me he quedado dormida en medio de la clase. —¿Lorena Martínez?— preguntó con algo de enojo. —No sé lo que haces... ¿Durmiendo en medio de la clase? ¡Mejor te vas del salón, ahora mismo! — Y así repetidas veces. De pronto, apareció mi tía en el cuarto. Al fin con quien desahogarme. Le conté la situación por la que estoy pasando yo luego de tantos problemas con mi compañera de clases y los profesores, porque sinceramente me dolía la cabeza. Tanto ocultárselo a mi tía durante su buen de tiempo y ahora sí que era necesario que lo sepa. Las materias en las que bajé rendimiento y las en las que me he quedado dormida, noches sin dormir tranquilamente en las que me despertaba a las 3 de la mañana y no me podía volver a conciliar el sueño... En fin, cosas. —Tranqui, linda. Sé que te sentís frustrada. La cosa es cómo explicarle las cosas a la directora. Dejame contarte. Junto con la profesora de Historia, el de Matemáticas, la de Literatura y el mismísimo de Filosofía... Con ellos he tenido problemas. El caso es que antes de vivir en la casa donde vivimos ahora, incluso antes de traerte con nosotros, vivíamos en una zona en la que cualquier vecino armaba rumores sobre otros vecinos más. Por ejemplo, se contaba que la profesora de Historia era una niñera que no era niñera, sino que maltrataba niños. Todas las personas que la contrataron fueron cómplices, nadie decía nada sobre sus malas acciones. ni la policía local llegó a enterarse en su momento todas esas cosas. —¿aah sí? ¿Cómo terminó todo ese asunto? —le pregunté. —Es que mira. Una de esas veces, en un encuentro por peleas más que otra cosa, la profesora reveló qué era lo que hacía en realidad. Solía vender ropa en una feria cercana en su tiempo libre. Durante el resto de días, los días de semana, trabajaba como profesora en un instituto. La verdad es que... son cosas que, si bien a veces nos enteramos una cosa, luego termina siendo otra que no tiene nada que ver. Lo digo porque en un momento, llegó su marido a contarnos que lo que ella hacía en realidad, era robar ropa y a veces se encontraba algún que otro niño en la calle y lo maltrataba. Aunque no lo creas, cuando él nos dijo eso, había algo en su voz que nos hizo sospechar. No comprender si lo que él decía y afirmaba era cierto, o era una de esas tales mentiras que armó para un discurso en el que asustar era la conclusión a la que quería llegar. Luego de escuchar la historia de mi tía, me puse a pensar si esto tenía algo que ver con todo este escándalo de los 4 profesores y la "Chica que parece un bebé". Pero nada de esto tenía relación alguna con toda esta revuelta de cosas. Me dormí como a las dos de la mañana. Estaba agotada, pero desde más temprano que no lograba dormir. Así que, creo que la charla con mi tía, después de todo, me ayudó a quitarme algunas dudas que tenía sobre toda esta gente rara. A la mañana siguiente, me desperté y desperté a Magalí, que debía ir a estudiar igual. A pesar de haber dormido poco, me sentía como restaurada. Me preparé un café y seguí repasando algunos de mis apuntes para el escrito que llegaba. Mientras tanto, no dejaba de pensar en mi compañera. Al llegar al liceo esa tarde, me sentí como si me faltara algo. Vi a todos mirándome con unas caras feas, de vergüenza, como si en aquel momento... o incluso antes había hecho algo malo. —¿Qué ha pasado? ¿Qué se meten conmigo? ¿A caso soy una estrella de rock a la que admiran y de un momento a otro empiezan a odiar? —todos se me quedaron mirando, pero al cabo de unos segundos, se echaron a reír. —¡Mirate, tarada! —decían unas compañeras mientras largaban carcajadas estruendosas. —¿Y ahora qué, Antonella? ¿Otra vez querés verme la pinta de taradúpida que tengo, vos y la Manzanita? —Manzanita era el apodo de otra de mis compañeras. Ella y Antonella eran buenas amigas entre sí, pero eran dos chicas bastante raras. —¿Y bueno, algo es algo, no? Nada era algo en ese momento. Quería agarrar mis cosas y salir corriendo, haciendo trancadillas e impidiendo el paso por unos segundos a todo aquel que pase por mi lado y me empiece a mirar de 10000 maneras, como si algo fuera en mi contra y todos lo hicieran igual. Por fin, llegó el momento esperado para ir a hablar con la directora sobre todos estos asuntos raros por los que estaba pasando. Llegué, me senté y esperé a que ella termine de anotar algunas cosas, hasta que por fin me dio la palabra. "Bueno, señora directora. Empezaré diciéndole que muchas gracias por aceptar que yo haya venido a hablar sobre todo este asunto de Rocío y las clases. Bueno, déjeme que le explique, ya que me he enterado que no sabe nada al respecto. Bien, el caso es que..." Y así seguí, contándole la historia con detalles exactos sobre todo lo que ha estado pasando en el liceo desde inicios de año. —Bien, Lorena. A ti sí que te creo. Cada una de tus compañeras me fue contando versiones distintas de los hechos, pues mirá. La secretaria me contó todas esas cosas que vos me contaste recién y me dijo que si quería saber si lo que ella decía era cierto, que les preguntara a algunos de los alumnos de tu grupo. Y así lo hice, pero todos me contaban versiones muy distintas sobre los hechos, pero nadie mencionó a Rocío, en ningún momento. Todos hablaban de sus casos personales. Incluso, una compañera llegó a decir que esa tal Rocío en realidad no quería hacer nada en clases. Que por más que la obligaran, ella negaba todo, cosa que he hablado con su madre y me dijo que ninguna de esas historias es cierta. Me contó unas cosas más y luego me felicitó por haber hecho tan bien mi trabajo, el de contar la verdad, y nada más que la verdad. Luego, en plena salida directo a casa, me encontré a un grupo. Eran cuatro chicos y tres chicas, todos vestidos con el uniforme. Las chicas me miraron, pero los chicos solo se limitaron a lanzar un par de insultos en voz baja, sin mirarme. Me sentía espantada. quién sabe lo que este grupo quería de mí. —¡eh! —gritó uno de los chicos. —¿qué os pasa? —Marcos, ya dejá de hacerte el españolito y vení para acá. Esto es un tema serio. —dijo una de las chicas, a la que Marcos siguió. Luego todos salieron corriendo y yo aproveché para irme también. Pero a mitad de camino, una chica me encontró. Era Antonella, la chica que dos horas antes, junto con su compañera Elena, más conocida en el grupo como "Manzanita", se rieron mío y me trataron de estúpida, anda a saber por qué. —Lorena... vengo a pedirte disculpas. Sucede que hace un rato, antes de irnos, estuve hablando con tu amiga Rocío. no parece mala persona, a decir verdad. Es bastante simpática y... entendible. Cómo que todos en el grupo dicen que habla como bebé; pues no parece. Y está feliz de saber que por lo menos alguien la entiende e intentó lo que pudo para ayudarla. Primero que nada. Sé que estuviste hablando con la directora hace un rato, y lo supe desde antes que lo hicieras. Clarisa, la secretaria, me dijo que tú la estabas ayudando. Que varios compañeros (Elena y yo no estamos entre ellos) contaron historias trágicas que nada que ver con la situación de Rocío. Con Elena nos reímos bastante al enterarnos de que llegaba tu turno porque, si bien la directora no les creyó, tendría tal vez algún motivo para no creerte a vos. Era evidente. Así que cuando nos enteramos que la directora te felicitó, nos dimos cuenta del error que cometimos. Sinceramente fue un grave error burlarnos de la delegada. Así que por favor... ¿nos disculpas? —Claro —respondí yo. Estaba segura de que semejante cosa no volvería a pasar... 

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 7

Buenas a todos. En esta oportunidad les traigo el capítulo 7 de mi historia, llamada La ciudad del caos. Espero lo disfruten Una nueva compañera había ingresado a mi grupo de clase. Se llama Rocío. Es una buena compañera, siempre intentando ayudar a los demás con lo que se pueda. Pero ella,    a diferencia de los demás, tiene algo que la hace única y especial. A pesar de tener problemas de motricidad a causa de una parálisis cerebral, siempre tiene unas ganas de vivir la vida sin más ni menos complicaciones. Rocío siempre anda con una sonrisa, sus ganas de ayudar con las tareas y sus canciones divertidas y locas en el recreo. Este año en el liceo en el que estudio, los directores dejaron de lado la exclusión, y decidieron dedicarse a la inclusión de personas con discapacidad en la institución. Personas ciegas y con baja visión, personas autistas que requieran estudiar en un colegio normal, y de los que tengan alguna complicación con la movilidad también son incluidas acá. Tal es el caso de Rocío, una chica de 14 años, que tiene lo que ya mencioné anteriormente. Cuando Juan y Melany, unos buenos amigos que tenía por allá, me hablaron de ella, pensaba. ¿Cómo haremos con ella entonces? ¿Qué será de ella con las tareas y cómo hará las cosas? Ya que siempre pensé que la parálisis podría afectarle en la memoria y se olvidaría de todo lo aprendido en el colegio. Pero ellos me lo explicaron todo. Resulta que nuestra compañera tiene solamente problemas de motricidad. No quiere decir que solo por tener esto le vaya a afectar en la memoria y eso. solamente que sus movimientos con las manos a veces se descontrolan un poco, y en fin... tocará saber más de ella en cuanto comiencen las clases. Pocos días después, comenzaron las clases. Todos vestidos con el uniforme nos presentamos en la institución escolar. Profesores, la dirección, trabajadores sociales, padres, ETC. listos para lo que sería la presentación y entrega de lo que sería la cartelera con los horarios. Yo entré a mi salón junto con el que se supone era mi grupo y unos profesores más. Entre tandas van, tandas vienen, ja ja ja, ji ji ji, y otros, ahí vi entrar a la chica que mis amigos me habían hablado. Allí estaba ella. Pelo largo, rubio y ojos azules, que parecía tener unos 14 años. Ella, sentada en una silla de ruedas, entró junto a su mamá al salón. Todos, menos yo, se pusieron a mirarla esperando algo de ella. Al entrar y decir "Buen día", nos dimos cuenta. Una chica se acercó y le habló en tono de como si le estuviera hablando a un bebé. le dijo cosas dulces como... "¿tas contenta que viniste a acá?" otros se acercaron con caramelitos y moneditas para regalarle una cada uno. Pero yo fui la única que tomó coraje y se acercó, se le presentó y dijo a los demás que de esa manera que hacían ellos, no se debe en una institución ya para adolescentes. —Pero Lore, lo que pasa es que ella es como una bebé. -dijo uno de los chicos mirándola fijamente. —¿Cuál es el lado de bebé que le ven a esta dama? yo la veo como una chica normal, con todo el derecho a venir a estudiar y luego dedicarse a lo que le guste. —Bueno, Lorenita. Lo que pasa es que ella... ella.... —Ella nada. -dijo una profesora. -ella es Rocío, tiene 14 años y viene a estudiar a este grupo, y ta. Nada más que eso. -continuó diciendo. Entonces, se me acerca en su silla, que se ve que tenía cómo manejarla ella. —¿Vos sos Lorena, no? —Sí, encantada. ¿vos sos Rocío, o Aitana, como sea. —¿Aitana? -me preguntó. —Aah, es que como andabas cantando una canción de Aitana hace un rato... -nos reímos las dos. Su manera de hablar era lenta, algo pausada, pero entendible al menos para mí. Mientras que otros compañeros aseguraban que hablaron con ella y no se le entendía nada de lo que decía. Luego de unos días, empezaron los problemas, los cuales iré contando en estos 3 capítulos siguientes, para no hacer tan larga la historia. Una vez, la profesora de historia pidió un trabajo en forma oral para evaluar qué tal presentábamos en esa modalidad. El tema era que Rocío, o "Rocío Aitana" como le decía yo de broma en los recreos, se sentía algo preocupada. Resulta que la tarea la teníamos que hacer en grupos, pero el grupo era en la casa. Todos ya tenían asignado su grupo (ya que la profesora decidió asignar ella misma) pero la pobre Rocío estaba fuera de todo. La profesora no la dejaba participar en las clases. Cada que levantaba su mano para pedir la palabra y decir algo, la ignoraba y daba el pase al siguiente que levantó la mano. Cuando ella se ofrecía para leer uno de esos libros que la profe mandaba, de igual forma la muy descarada la ignoraba, y así sucesivamente. Cada que había que hacer una actividad grupal, la chica quedaba fuera de todo. La profe mandaba descaradamente a que la llevaran a una sala de juegos infantiles que quedaba "a la vuelta de la esquina", pero los empleados ignoraban la petición. y así, nuestra colega iba bajando el rendimiento en la materia. En las demás materias, por ejemplo matemáticas, todo iba normalmente con ella. El profesor de matemáticas sabía la relación tan estrecha que llevábamos, que siempre nos juntaba para los trabajos en equipo en la clase. Sigamos con el caso: La profesora de historia había dado un plazo desde el 15 de mayo hasta el 25 de ese mismo mes para realizar la tarea domiciliaria grupal, pero Rocío estaba más excluida que como si fuera perro junto al tarro de basura. En una de esas, le pedí la dirección de su casa para poder ir a hablar con su mamá y contarle toda la situación, pues ya me sentía bastante preocupada. Al llegar a la casa, se dio la siguiente conversación: —¡Buenas! Yo soy Lorena, seguro tu hija te habló de mí alguna vez. —Encantada, Lorena. Me llamo Pamela, soy la mamá de Rocío. Ella me dijo montón de cosas buenas tuyo, que le gusta cuando te preocupas por ella e intentas ayudarla. Por cierto, ¿conoces a Bianca Flores? —Sí, Bianca es amiga de mi tía, Soledad Hernández. —Bueno, yo soy hermana de Bianca. Sé que nunca les habló de mí, pero es pura casualidad que te he visto con Bianca y tu familia pasar cerca de acá, mi casa. Luego de una buena charla y de contarle la situación a Pamela, quedamos en encontrarnos el jueves en el colegio para hablar, yo como testigo, con la directora sobre esta situación.

domingo, 7 de febrero de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos Capítulo 6

¡Buenas! En esta ocasión, les traigo el capítulo 6 de "La ciudad del caos". Espero lo disfruten La ciudad del caos Capítulo 6 Una mañana de sábado, temprano por cierto, me levanto a ver si encuentro algo para hacer mientras los demás van a un evento del liceo, la despedida de año de Magalí. Como yo ya la tuve unos días antes, no debía de qué preocuparme. Luego de darle de comer al gato y prepararme un café, me pongo a revisar mi correo electrónico en el cual tengo algunas cosas que estamos haciendo en colaboración con mi tía y una profesora. Se trata de un proyecto sobre tecnología y el desarrollo de una aplicación para computadoras y teléfonos, en la cual daríamos a conocer algunas de las cosas que vendemos en nuestra tienda. Algo como una especie de red social para negocios. Al ver que no había nada de tareas para realizar, me pongo a ordenar la casa, comenzando por mi cuarto. —Ya son las 10 y media. seguro están por llegar. -Me dije. De pronto, escucho un golpe en la puerta. Me pregunto si abrir o no, ya que quien siempre abría la puerta sin saber nada en cuestión, era Magalí. Pero hace unos días, mi tío le dijo que no debía abrirle la puerta a desconocidos, a menos que sean ellos, quienes siempre llaman del otro lado, por la ventana para avisar que ya llegaron. Esta vez, los golpes eran de una manera apresurada. No habían gritos ni nada por el estilo. Pero luego de que estuve un buen rato sin abrir, se fue. Lo sé porque cesaron los golpes. 10 y 54 de la mañana. Hasta que por fin llegan a casa. —¡Hola, mi sobrina hermosa! -Me dijo mi tía. —¡Tía! No sabes lo que me pasó. Estaba haciendo unas cosas mientras los esperaba. De pronto, escucho golpes. parecían ser en modo desesperado, como si alguien quisiera entrar a hacer algo a la casa. Pero no habían ni gritos, nadie llamaba a ver si abría. solo golpeaban. —¿Y no intentaste, o no te atreviste, a mirar por la ventana a ver quién era? —No, tía. Nunca pensé en ver por la ventana, pero para la próxima que suceda, lo tendré en cuenta. Luego de contarle la historia de lo sucedido, me dice: —Linda. Resulta que hace unos días, se mudó una familia más a la zona, y al parecer viven en frente de casa. Sara, la madre de familia, dice que sus hijos tienen hábitos bastante raros en comparación a los demás. El mayor, pasa una gran parte de la tarde con una escalera, subido a un árbol, quién sabe qué haciendo. El del medio va durante las noches y se acerca a ese árbol con una especie de linterna que encontró por ahí... haciendo... em... él dice que buscando algo, pero quién sabe. Los dos más chiquitos, se pasan dentro de su cuarto, mirando por la ventana, y durante las mañanas, uno de ellos sale de la casa, golpea puertas, pero nadie le abre por temor a que pase algo. Supuestamente sea uno de los chiquitos el que te está molestando. Luego de escuchar la historia, me voy a mi cuarto a pensar un poco. Pienso en qué es lo que debería hacer y qué es lo que estoy haciendo mal. Al otro día, mis tíos y Magalí salieron a hacer unos mandados y yo me quedé de nuevo sola en casa. De pronto, siendo las 11 y 20, escucho de nuevo golpes en la puerta y me decido a aplicar lo que me dijo mi tía el día anterior. mirar por la ventana a ver con qué me encuentro. Es una muchacha rubia y con ojos verdes, que lleva un papel en la mano. Como la ventana no tiene rejas, me lo entrega sin decir ni una sola palabra. Le digo "hola", pero resulta que no me responde. Le digo hola más fuerte, reacciona asustada, pero no me responde de ninguna manera. "Tal vez no habla este idioma". digo apenada. Así que la dejo de mirar mientras llevo ese papel en la mano. Al observarlo, me doy cuenta que en un lado, tiene un dibujo de unas flores algo raras, podría decirse. Al lado, se ve un paisaje bastante completo, lleno de árboles, plantas, animales y, junto a todo esto, una casa. Luego, del otro lado de la hoja, está la otra cara de la moneda. Se ven unos símbolos medio raros, cosa que no parece haber nada escrito en español. Así que algo extrañada, dejo el papel sobre la mesa de la sala. Cuando regresaron, le mostré a mi tía el papel, mientras le contaba sobre la muchacha que no respondía a mi saludo. —Mi amor, ahí sí que la tenemos complicada. Este papel está escrito con símbolos bastante raros y... ese idioma no parece ser español. —Pero, tía. ¿Sabes de alguien que sepa bastante (o al menos algo) sobre todo esto? —No, querida. La verdad es que no sé de nadie que pueda traducir esto, pero vamos a tratar de investigar juntos, toda la familia. Me puse a pensar un rato, porque la señora que me visitó esa mañana no era sorda, ya que ni me estaba mirando cuando le intenté hablar. Pero lo que sé, es que sí reaccionó al sonido de mi voz. Al otro día, estando mi tía y yo en casa, ya que Magalí y el tío salieron, escuchamos golpes en la puerta. Ella abrió y, para mi sorpresa, se pusieron a hablar las dos. Le dijo que era muda y que usaba el lenguaje de señas, pero no era sorda. Luego, le comentó el significado del papel, que si bien no me equivoco, le dijo que estaba escrito en francés. La nota traducida, decía: "Esta casa fue ocupada por una familia hace unos 10 años. Los dueños anteriores quisieron venderla ya que se habían comprado una mansión, producto de la riqueza que había obtenido el padre de la mujer dueña de la casa, la cual tomó como herencia cuando él falleció. Estas plantas, son el símbolo de todo el cariño que estos dueños tuvieron para con la naturaleza. y estas flores, me hacen recordar que el amor verdadero estuvo, está y siempre estará en buestros corazones". Lloramos al leer esa nota. Yo me preguntaba, ¿cómo fue que esta señora trajo este papel a nuestra casa? Pero resulta que había enviado varias de ellas a montón de vecinos, todas traducidas. Con nosotros, se equivocó, ya que no había visto bien cuál era la traducida y cuál era la original. Cuando mi tío y Magalí regresaron, les mostramos la nota, ya que ahora sí la teníamos traducida. —Lore, yo ya había visto esta casa. -me dijo Magalí. —¿Cuándo? -le pregunté. —La semana pasada, mientras iba a tomar un helado. Pero hoy de casualidad, mientras iba al mercado con tu tío, pasé por allí cerca, y te traje esto: Era una semillita bastante rara, sí. Pero luego recordé aquella flor que vi en el dibujo. Me dije que sí, y la planté en el patio de la casa. A los pocos meses, encontramos unas cuántas flores, todas iguales a la del dibujo de aquella hoja de papel, que no eran nada más ni nada menos, que una muestra de cariño hacia la naturaleza.

sábado, 6 de febrero de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos Capítulo 5

Aquí tienen el capítulo 5, para enamorarse un rato. Saludos La ciudad del caos Capítulo 5 Era una tarde bastante calurosa. El sol brillaba tanto que hasta los techos se calentaban. Sí, era verano. Mis tíos habían salido, así que Magalí y yo nos quedamos en la casa cuidando que no se atreva a entrar un ladrón o cualquier persona desconocida. Eso sí, Bianca iría a pasar la tarde a casa. así que si llegaba antes de que los tíos lleguen, debíamos avisar. Así fue que nos quedamos un largo rato esperando a que llegaran, hasta que al fin llegan. —¡Mis amores! Llegué. ¿Cómo pasaron? -Dijo mi tía. —¡Tía! Acá estamos, más acaloradas que hombres recién llegando de un... ¿emm? no dije nada, pero acá estamos, con calor. -Dije yo. —Me alegro que estén bien, mis preciosas. Ya vengo, voy a preparar algo rico mientras esperamos a tu tío que salió a hacer unos mandados él solo. Tenemos tiempo, Bianca viene a las 6 de la tarde. Ya vengo. Así fue que cuando mi tía se fue a preparar la comida, nos pusimos a mirar la televisión mientras hablábamos sobre que esa misma semana, yo empezaba a tomar clases de natación, y que en el grupo que iba a estar, habrían algunos quienes fueron mis compañeros de clase durante el año escolar. A la tarde, llegó Bianca junto con su marido, su hijo y un amigo del hijo. —¡Hola, chicos! Pasen, acá estamos preparando algo para acompañar el mate. Las chicas están adentro. -Dijo mi tía, sin darse cuenta de que yo pasaba por su lado. Saludé a Bianca y los demás, y luego me puse a ordenar el cuarto. Cuando de pronto, mi celular suena. Es una llamada de Gabriel, uno de mis compañeros de clase durante el año escolar. Habíamos perdido contacto desde que él dejó segundo año de ciclo básico. De ahí ya no supe nada más, hasta que recibo esa llamada sorpresa. —¿Hola? -digo. —¡Hola! -responde del otro lado. —Lore, desde que dejé de estudiar en segundo año por cuestiones de salud de mi mamá, hemos perdido todo el contacto. Pero resulta que Dahiana me pasó tu número ayer, y hoy decidí escribirte ya que ando desocupado. Dahiana era una compañera de clase que siempre estaba al tanto de que si pasaban cosas en el salón y siempre que alguien faltaba un día a la clase y al otro día iba, ella estaba ahí para realimentar a dicho compañero de si habían pruebas o se entregaba el voletín de calificaciones. Y junto conmigo, éramos buenas compañeras de grupo, tal que muchos nos llamaban "Las chicas más unidas del colegio. Gabriel me contó que su mamá había tenido algunos problemas de salud el año que él dejó el colegio. Y como se sentía depprimido y debía quedarse a ayudarla con sus cosas, tomó la decisión de dejar los estudios. No quería hablar con nadie, ni salir a ningún lado. Solamente estar con su mamá y sus hermanas, acompañándolas y ayudándolas en lo que se pudiera. y este año, ella está mejor que nunca, está como nueva. Nos quedamos hablando un buen rato sobre un montón de cosas, hasta que sale el tema que no esperábamos hablar. El de las clases de natación. Me dijo que él también se anotó. vio la lista y resulta que íbamos a estar en el mismo grupo. Lloré de la emoción. Luego escucho la puerta. Le recordé que la clase empezaba el día siguiente. luego le dije que debía cortar la llamada porque me buscaban. Colgué y abrí la puerta. Era mi tía que me dijo que ya estaban listas las tortas. Así que fui. Al llegar a donde estaban todos, nos pusimos a hablar de unos planes que mi tía tenía pensados. Desde que está con todos los trámites y eso sobre la adopción de Magalí las cosas se le están yendo fuera de lugar. Y para colmo, casi ni tiempo tiene para dedicarle a sus actividades favoritas, que son tocar el piano y leer libros sobre la ciencia. Luego de un buen rato de charlas, me fui a bañar mientras el tío preparaba la cena, una pizza. Salí del baño asustada creyendo que alguien me estaba observando. Y mientras me vestía, estuve con esa sensación rara durante un buen rato. —Tía, desde que salí del baño ando con una sensación bastante rara. como si alguien me estuviera observando, o como si algo estuviera por pasar. Siento ambas, pero a la que más la siento, es a la segunda. —Tranquila, mi amor. Son cosas que suelen pasar. Recuerdo que una vez me pasó lo mismo. pero cuando me di cuenta, se fue. Cuando por fin estaba más calmada y termino de comer, me voy a acostar, ya que al otro día temprano tenía que estar lista para la clase. Al día siguiente, cuando llegué al club donde se realiza dicha actividad, me encuentro a 3 caras bastante conocidas. Gabriel, Juan Pablo y Martina. Los 2 últimos, que son vecinos del barrio. Los 3 me miran fijamente, como si fueran a adivinar mi reacción. Entonces, como no me molesté con esas miradas, fui y los abracé. Primero a Martina, luego a Juan Pablo y por último, a Gabriel. El mismo chico con el que estaba hablando por teléfono el día anterior. Me abrazó como por unos 10 segundos más y luego... luego, fuimos ambos de la mano a donde estaban haciendo la presentación. Cuando terminamos la clase, corrieron rumores de que Gabriel y yo estábamos enamorados. Lo peor es que los rumores también les llegaron a mis tíos. Tal fue el escándalo que se armó, que decidí llamarlo durante la tarde para contarle la situación. —Lore, sabes bien lo mucho que te quiero, has estado conmigo siempre, tanto en las buenas como en las malas y aún peores. Incluso desde que perdimos contacto has estado en mi corazón. Gracias por haber sido y seguir siendo esa personita especial que siempre está, esa persona que demuestra su cariño hacia los demás y ayuda comprensivamente a quienes más necesitan. No te lo he dicho en la clase, pero sí, todos esos rumores que salieron a la luz son ciertos. Se lo dije a Martina y a Juan Pablo. Pero como entre todos nosotros nos conocemos, me dijeron que si no quería decírtelo en la clase, podía durante una llamada como la que estamos teniendo, o, simplemente, hacerte una invitación a un lugar especial y contarte todo allí. Pero como no se me ocurrió adónde ir, elegí la primera. Ahora, te pregunto. ¿Te gustaría ser mi novia? tantos momentos que hemos pasado juntos, me hizo dar este giro de 90 grados y, aunque antes no quería preguntarte durante todo ese tiempo por miedo a que lo rechaces, te lo quise preguntar ahora. Lloré de emoción con todas esas palabras, y sin más, le dije que sí mientras las lágrimas se me corrían por todo el rostro. A la tarde, me invitó a la heladería más cercana al barrio. mi tía me dijo que iría a hacer unos mandados con Magalí y el tío. Así que me preparé y me fui. Al llegar, pido un helado de chocolate, crema americana y dulce de leche, mientras que él se pide uno de tramontana y frutilla ya que no le gusta el triple sabor. Cuando terminamos, me pide que vayamos afuera porque me tenía una sorpresa, y así fue. Allí estaban: Bianca, mis tíos, mi abuela que hacía más de un año que no sabía de ella, Juan Pablo y martina. Junto con otros compañeros de la secundaria que no mencionaré por ser bastantes. Nos fuimos todos en la camioneta del papá de Juan Pablo hasta un club donde celebramos algo emocionante. Y es que Gabriel y yo, pasamos de ser amigos, a ser los novios más unidos de aquel lugar. Y cada vez que nos juntamos, recordamos aquel momento en el que empezamos, nuestra historia de "Amor en verano".

Una historia para contar. La ciudad del caos Capítulo 4

¡Hola a todos! En esta oportunidad, les traigo el capítulo 4 de "La ciudad del caos". Espero lo disfruten. La ciudad del caos Capítulo 4 Era una tarde de viernes, 2 semanas después de lo que había pasado con el chico que dijo que supuestamente nosotros habíamos denunciado a su hermano y su cuñada. Las tareas me tenían cansada, así que me puse a hacer otras cosas, hasta que de la nada, escucho golpes provenientes de la cocina. —¡Oh, qué susto! Dije. Pero entonces me doy cuenta que a mi tía se le cayó una olla, que siempre se le cae alguna. Magalí, que estaba menos asustada que yo, fue hasta la cocina a ayudarla, entonces decidí acompañarlas. —Chicas, desde hacía un tiempo estuve haciendo unos trámites para adoptar a Magalí, por lo que... si recuerdan que a sus padres se los llevaron presos, ahí está el tema. Y ya que estamos, le pedí a mi amiga Bianca, para que nos acompañe mañana a pasar el día a... —¿A? Preguntó Magalí. —Es una sorpresa, chicas. Respondió mi tía. Luego, yo me fui a bañar, a ver si se me iba el estado de incomodidad que me provocó tanta tarea. Mientras lo hacía, pensaba en mi amiga Paula ya que hacía poco estaba con unos problemas de salud, una gripe y dolores de cabeza. Cuando terminé de bañarme, me fui a hablar con mi tío mientras lo ayudaba con unos apuntes. Nos pusimos a hablar sobre el hijo de la mejor amiga de mi tía, que era medio tontolín de a ratos, pero que su meta era hacernos reír a todos. Recordamos un momento en el que estando todos nosotros en su casa (menos Magalí porque fue hace ya varios años) yo me estaba preparando para hacer un baile especial de la escuela. Entonces, el hijo de Bianca (que es la amiga de la que estoy hablando) me pidió que luego de bailar me sentara junto a su mamá y mi tía, ya que me dejaron un asiento preparado. Así fue y me senté. Pero un segundo luego de sentarme, escucho una explosión. Resulta que, el muy tontín, infló un globo (va por su adicción a hacerles bromas a los demás) y me pide que ponga el pie sobre algo cómodo. y entonces, ¡Pum! pafff! ambos globos revientan, y yo con un susto de ni imaginarse. Así que, cada vez que recuerdo ese momento, la risa me domina. Y a mi tío, por poco le dan ganas de gritar. Poco rato después, mi tía me llama para tomar mate. —¡Lore, ya está el mate! Así que voy, pero a las carcajadas. —¿qué te provoca tanta risa, amor? —Nada, tía. Es solo que mientras ayudaba al tío con unos apuntes, recordé el momento más gracioso que pasamos con Bianca, que fue cuando el tontín de marcos hizo que se me reventaran dos globos de cada lado a mis pies. —¡Aaahhh, sí! cómo no recordar ese momento... ¿Y cuando Bianca te dijo sobre la rana que vivía en un cuarto que no se usaba? jajajajajaja, qué momento. Y como solo tenías 7 años, te la creías toda. —Sí, tía. cada que me cuentan tú y el tío sobre ese suceso, me caigo de la risa. Al rato, golpean la puerta. ¡Toc... toc! —¿Quién es? Pregunto. —Soy Malena, una vecina. —Aaah, encantada. Soy Lorena. ¿Qué le trae por acá? —Nada, señorita. Solo vengo a avisarle algo a la señora Soledad. —Ah bueno, por acá anda, pase si quiere. Luego de abrirle la puerta, me fui a hablar con mi tío mientras la vecina hablaba con mi tía. —Lore, si hay algo con lo que no estoy de acuerdo, es que vayan a pasar el día con esa tal de Bianca. Dice mi tío. —¿Por qué? le pregunto. —Es que su hijo Marcos, que ya casi tiene tu edad, puede lastimarte no sé, o hacerte algo malo... es por lo que hablábamos hace un rato sobre los momentos que pasamos con ellos. Mi tío es muy de traumarse cuando se le habla de cosas de broma o de momentos graciosos que él no recordase bien. Así que si le hablabas de Bianca o de Marcos, para él era signo de que algo iba a pasar si nosotras nos juntáramos con ellos, como si ellos fueran los malos de la película. Pero de cuántas veces que fuimos a pasar el día con ellos, nunca ha pasado nada para preocuparse. —Bueno, tío. Que no estés de acuerdo con lo de juntarnos con Bianca, me da igual. Porque al final siempre vas a vivir traumado por algo que ya pasó, por algo que a nosotros nos da risa pero a vos te afecta... en fin, siempre vendrás con lo mismo. Al rato, cuando mi tía termina la charla con la mujer, fuimos a preparar la ropa porque al día siguiente, un buen paseo nos esperaba. Mientras Magalí se preparaba su ropa, fui con mi tía a contarle toda la historia de lo que decía mi tío. —No, mi amor. Deja a tu tío en paz, total, él sigue siendo amargado desde antes de conocer a Bianca y a su familia. Te cuento. Hace casi 15 años que la conocemos. A tu tío lo conozco desde que íbamos a la escuela, fuimos compañeros en todo momento. Equipos, banco, hasta recreo. Y si él me veía metida con alguien que causaba líos, inmediatamente mandaba a llamar a la maestra y todo terminaba con un castigo a la persona que armó semejante escándalo. —¿Y a Bianca, desde cuándo la conocen? le pregunté. —Ah, esto es otra historia. Resulta que tu tío y yo habíamos ido al cumpleaños de otra compañera (no de clases sino que del barrio) y allí estaba ella. Empezamos a charlar en aquel momento mientras yo ayudaba a la mamá de aquella vecina con algunas cosas, y entre charla y charla, nos dimos cuenta que nos caímos bien la una a la otra. Con el paso del tiempo, conservamos una hermosa amistad. Incluso, cuando ella tuvo a Marcos, estuve ahí para apoyarla y pasar buenos momentos en su compañía. —¡Ah, qué bella historia! ¿Y así como vos estuviste para ella, igual ella estuvo para vos cuando me trajiste a tu casa luego de ese terrible abandono? —Así es, mi amorcito. Y por eso es que quiero festejar todos estos años de amistad que llevamos con ella. Así que mañana, será un hermoso día. Al otro día, nos levantamos temprano. Mi tío se levantó, pero a las enojadas. —¿Que no entienden que no quiero que se junten con esa tal de Bianca? Ya se los dije hoy y no me cansaré de repetirlo, para mí, ella es un peligro. —Bueno, ¿es que no entiendes que nunca ha pasado nada desde que nos juntamos con ella? Así que deja de joder mejor. Le dijo mi tía. Nos subimos al auto y arrancamos un largo viaje. Yo iba comiendo algo ya que no había comido nada antes de salir de la casa. El auto no paraba de moverse, llegando a tal punto de darme ganas de pegarme otra dormidita. Pero fue entonces que, en un camino lleno de pozos, decidí no pegarme esa dormidita ya que al conocerme de memoria el lugar al que íbamos sabía que estaba cerca. Cuando llegamos al lugar, que por cierto era una zona algo alejada de la ciudad, allí estaba ella, junto a su hijo Marcos y su marido Kevin. Nos dijeron que al final del paseo tenían una sorpresa para nosotros. Primero comimos algo, luego disfrutamos un rato del sonido de los pajaritos, salimos a caminar un rato, hasta que al fin llegó aquel momento, cerca de la hora de volver a casa. Entonces, mi tía, que había llevado un refresco y una torta, sacó unas sillas y una mesa que habíamos llevado. Bianca sacó su celular y sacó algunas fotos del momento. —¡Y bueno mis amores, llegó el momento más esperado! dijo mi tía. —¿A ver, quién le pondrá la cola al gato? dije en tono de broma. —Jajajaja, no se trata de eso... es lo siguiente: dijo Bianca. Entonces, sacó un parlante que llevaba en su auto, el cual funcionaba a batería. Conectó el bluetooth de su teléfono y cuando me di cuenta, estaba sonando aquella canción que bailé alguna vez en la escuela. Mi tía me preguntó si me acordaba de ese baile y yo le dije que sí, así que le pedí a Bianca para bailar juntas, porque ella fue quien me ayudó a practicarlo. Pasamos un lindo momento, aunque ya que estaba mi tío, Marcos se limitó a hacer bromas. A la hora de volver a casa, nos dimos una carrera a ver quién tocaba primero la puerta del auto de mis tíos, y yo fui la primera en llegar. Magalí se divirtió montones, hasta me pidió que le enseñara ese baile.

domingo, 3 de enero de 2021

Una historia para contar: La ciudad del caos, capítulo 3

Buenas. En esta ocasión, les traigo el capítulo 3 de La ciudad del caos. Luego de un tiempo sin publicar nada por acá. Ahí les vva, y feliz comienzo de año. La ciudad del caos Capítulo 3 Era una hermosa tarde de primavera, con un hermoso sol que se disfrutaba acompañado de un vientito suave y los pajaritos que cantaban. Magalí y yo estábamos sentadas en un banco en la plaza tratando de distraernos de lo que había pasado el día anterior, lo del video que circulaba sobre los padres de aquella niña, quienes robaban comida. —Linda, este día es lo más hermoso. el sol está disfrutable. ¿No crees? -Le pregunté —Sí, lo creo. Ahora vamos a ver qué hay en el almacén... creo que me dio algo de hambre. -Me dijo ella. —¡Yo sé a cuál podemos ir! -Le dije mientras revisaba si tenía dinero en el bolsillo. De camino al almacén, magalí me pregunta si estamos tomando mal camino, a lo que le digo que no, que está cerca de casa. —¡Llegamos! -Le digo. -Este es el almacén donde todo sale a precio más bajo. -Dije bromeando mientras entramos. Luego, me dispongo a saludar a Verónica, la mamá de mi compañera de clase, Paula. —¡Hola linda! Veo que vienes con una señorita a tu lado. —¡Hola! Encantada, me llamo Magalí. Soy una amiga de Lorena. —Encantada, yo soy Verónica, una vecina y amiga de la familia de Lorena. Luego de una charlita, compramos unas galletitas y un refresco para seguir nuestra tarde de plaza. Cuando llegamos a la plaza y buscamos un banco para sentarnos, descubro algo muy raro, tal parece ser que alguien nos está persiguiendo. —¡AAAA! -Gritamos las dos. —¡EEEE! -Grita el que nos persigue. —¡SUELTA ESE GATO! -Grito mientras el chico le tira de la cola a un gatito. —¡NO ME ATREVO HASTA QUE SE ENTREGUEN LAS DOS! -Dijo él. Entonces, aparece una señora y lo detiene, mientras nos cuenta que ese tipo se había robado unos cuantos dólares de un banco y se vino corriendo a la plaza... pero parecía que esa señora supuestamente era algo de ese hombre, que debía tener algo de 30 años. Ah, maldita. parece como si esto fuera un sueño, aunque no lo es... Magalí y yo nos espantamos y nos fuimos corriendo hasta el edificio. —¡Fue una corrida no apta para gente con problemas cardíacos! jajajaja. -Digo mientras me siento en un banco cerca de la escalera, a descansar un poco. —¿No te parece? -Responde ella. —Sí, aunque también me pareció muy triste y feo ver a ese hombre tirarle de la cola al gato... menos mal que una señora que pasó por allí logró evitar que pase algo peor. Dije. Llegamos a casa y mi tía nos estaba esperando. Cuando nos vio tan asustadas, nos preguntó que qué había pasado. le contamos la historia completa, de que volvíamos de comprar galletitas y ni si quiera pudimos comer a causa de lo que había pasado. Ella, nos entendió y pensó que sería bueno acompañarnos en nuestra próxima tarde de plaza. Aceptamos y al otro día, luego de almorzar, nos fuimos a la plaza. —Otro hermoso día para disfrutar en familia y distraerse un poco. -Dijo mi tía. —Sí. también es otro día para charlar sobre cosas que sean de nuestro interés. Al rato, aparece un hombre alto, delgado y que llevaba a su perro con una correa y nos saluda. —¡Hola! Me llamo Juan, me mudé hace unos días a esta zona. Encantado conocerlas, chicas. Ah, este es mi perro, Toby. —Buenas. Yo soy Soledad y ella es mi sobrina Lorena, y su amiga Magalí. también nos mudamos hace unos meses a estos lados. Y encantada de conocerlo. Y ese perro es hermoso. mi tía lo acariciaba por aquá y lo acarició mientras le decía cosas dulces. Luego, llegó el momento de volver a casa y volvimos a encontrarnos al chico que nos persiguió el día anterior. —¡AAAA! ¡AHÍ ESTÁ ESE CHICO DE VUELTA! -Gritó mi amiga. —¡EEEE! ¡QUE USTEDES HICIERON ALGO MUY MALO AYER! -Gritó él. Entonces, fue ahí que le contamos todo a la tía. Ese chico nos venía persiguiendo desde que regresamos del almacén. Nosotras no habíamos hecho nada malo. —¡Sí! Ellas denunciaron a mi hermano y a mi cuñada hace unos días. -Dijo con una voz más calmada. —¿Qué? ¡Nosotros no hicimos eso! -Le respondí yo. —No, señor. usted está equivocado. Nosotros no hicimos eso. Usted no se dio cuenta de lo que hizo. Nosotras veníamos por acá regresando del almacén y usted estaba por ahí, tirándole de la cola al gatito que tenía. —¡Uy! -Dijo mi tía. —Con razón fue la historia que ellas me contaron... Ahora, voy a ver qué hago. Magalí se sentó a mi lado mientras yo sacaba mi teléfono de mi bolsillo para escribir un mensaje a un amigo. Luego de escribirle, regresamos a casa y yo me puse a leer una información que me habían mandado en el colegio cuando, de repente, mi tía llega a mi cuarto gritando. —¡Lore, ven acá! necesito que me ayudes en algo. Acaba de llegar la policía y necesita testigos sobre lo que pasó ayer a la tarde. así que si quieres, ve a la sala, allí está Magalí contándoles su parte de lo sucedido. Al llegar allí, comenzamos la historia. Les conté que regresábamos del almacén y vimos cosas raras, a un hombre que le tiraba de la cola a un pobre gatito, que esto, que lo otro. Luego, mi tía contó que ese tipo era un amigo suyo y que no sabía cómo había llegado a tener ese mal comportamiento de maltratar a todos. Luego, el policía pidió la dirección de aquella casa, a ver qué podían hacer, encontrarlo y llevarlo a la comisaría local. Cuando se fueron, yo me fui a dormir tranquilamente a mi cuarto, deseando que todo siguiera bien y que pronto encontraran una solución a todos esos problemas. Al otro día, durante la tarde, llegó uno de los policías para avisar que ya habían encontrado a la persona que se encargó de tal crimen, pero que habían escuchado de parte de esa persona una versión de una historia que no tenía nada que ver con la que nosotros les habíamos comentado. Nos contó la historia de una familia que vivía en un apartamento, que eran una pareja y 2 niñas. Una mañana, la mujer había llamado a su cuñado para que vaya a su casa con su pareja y, así fue. Al llegar, resultó que iba todo bien, cuando comenzó una fiesta de todo, música, bebidas y los niños jugaban a las muñecas y los autos. Al rato, llegó la policía diciéndoles a la pareja invitada que se los llevarían. Pero del otro lado, había una familia que no tenía nada que ver, y que dicha familia había denunciado a los invitados. Luego de escuchar la historia, les explicamos que nosotros no fuimos, y los policías procedieron a despedirse a llevarse a ese hombre que maltrató al gatito y se robó un banco. Nosotras, más tranquilas, nos fuimos a tomar un café, ya que ni habíamos desayunado aún.