jueves, 7 de octubre de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 10

La ciudad del caos
Capítulo 10

Una mañana lluviosa de martes, con las gotas que caían una a una, como si fueran soldados apareciendo en fila por una calle de la ciudad, como si algo o alguien les llamara la atención y todos quisieran ir a verlo.
Magalí, como siempre, sentada pensando si iba a estudiar o no. La lluvia era torrencial, así que ni yo iba a pensar. Estaba totalmente segura de que no iría. Los profesores en esos días no pasaban lista. Y los de mi clase eran tan bobos, que llegaban y se sentaban a esperar que se abriera la puerta. No les gustaba dejar de esperar. se quedaban allí de diez a quince minutos esperando, como si fuera una paz interior lo que les decía: "Esperen tranquilos, ya  pronto les abrirán la puerta". Y llegaba a tal punto de que se hacían veinte, treinta, cuarenta minutos más, eternos como un mes aburrido.

—¿Lore? —preguntó de repente. —Mira, tengo algo para mostrarte.
—Es... ¿la espátula que estaba en la mesita de luz?... ya la vi. pero... ¿qué haces mostrándome eso?
—Es que... Estás... no sé, anoche, mientras dormías, escuché que hablabas algo raro.
—¿Algo raro? —le pregunté con algo de nervios. 
—Sí, eso. Decías cosas como... ¿Dónde está? La estoy buscando, la necesito. Luego te bajaste de la cama, te pusiste a dar vueltas, hasta que tropezaste con la mesita y la agarraste. Pegaste un gritito nomás y te acostaste en el piso. Tu tío te vio, se levantó y te tomó en sus brazos volviéndote a acostar en la cama  tapándote. Así fue la historia de "La chica sonámbula que nunca lo fue". La loca que dejó sorprendido al tío por un simple gritito que, si te soy sincera, sonó desgarrador. como si alguien te estuviera torturando o matando.
—Esto no me gusta nada... —le dije. 

El corazón me latía a mil. No me gustó el haber escuchado esa historia. y creo que si no me hubieran salvado, hasta ahora, por el simple hecho de un simple grito, creo que me habría dado un susto al estilo infarto.

Me vestí y salí del cuarto. Necesitaba despejarme, así que me preparé una taza de café y un pan tostado. 
Pero las cosas se pusieron más locas de lo que esperaba. Magalí se había acostado a dormir otro rato ya que la lluvia continuaba, pero ahora con granizos. Mis tíos aún no se habían levantado, estaban acostados viendo el informativo de la mañana.
Entonces, escucho ruidos en el cuarto. Primero el mueble, como si estuvieran buscando algo. Luego un grito. ¿Qué estaba pasando? Ahora era yo quien estaba asustada.
Fui a ver qué era lo que estaba pasando. 
Estaba en el  cuarto de mis tíos, ambos estaban abrazados, como si les hubiera asustado algo o alguien. 

—¿Es... la misma historia? —preguntó mi tía. 
—Sí, pero parece que esta vez se trata de Magalí. Algo raro les está pasando a las chicas. Podrá ser algo relacionado por el estrés que pasaron hace unos días con lo de las pruebas... o no sé. Es raro.
—No creo, amor. —dijo mi tía. —Seguro es que Magalí se quedó mirando historias de terror hasta tarde... Ah, no. Porque de ser así, a las dos les hubiera pasado al mismo tiempo. 

Pero las cosas se pusieron aún más raras cuando, en determinado momento, golpearon la puerta. Así que fui a abrir.

—¡Hola! Me llamo Lorena, mucho gusto. 
—Hola, me llamo Mauricio. soy el jefe de policía local. Vengo por estos lados porque junto a varios grupos de policías del país estamos entrevistando a familias por un caso muy... "¿extraño?" que ha estado ocurriendo en los últimos días. 
—OK. ¿Me espera un momento? Iré a buscar a mi tía o mi tío para avisarles de esto.
—Está bien, espero. Por cierto, me gusta cuando en algunas casas hay menores que atienden con tanta amabilidad a quien llega. Es algo tan hermoso...

Llamé a mi tía  y juntas salimos hacia donde él estaba. Los dejé hablar y fui a mi cuarto a revisar unas cosas. 
¿Cosas? Si solo era revisar mi teléfono y ver si hay una notificación importante. 

Revisé unos mensajes del grupo de la clase, que se vé que algunos fueron a pesar de ser un día de lluvia. Y luego respondí algunos mensajes de una de mis tías que vive en otra ciudad.
Entre otras cosas, me encontré una noticia. "Niños desaparecidos desde esta madrugada, uno de cinco años y otra niña  de tres". 
Esto estuvo bastante raro, ya que nunca se desaparecen, duermen toda la noche sin complicaciones. 

Fui a comentarles todo esto a mi tía y al policía (llevando, claro está, el teléfono en mano con la página abierta) y él me dijo: 
—Hmmm, mira nomás. Justo era el tema del que estamos hablando. Es algo raro, algo jamás visto.
—Así es —respondió mi tía. —Lo más raro es que fue en un barrio donde todo está bien controlado, casi no hay delincuencia y, además, el último robo o asesinato que hubo por allí antes de que se empezara a controlar todo y a poner cámaras de seguridad fue hace menos de 3 años. 

Sí, la mayoría de los barrios de esta ciudad son bastante movidos y siempre o casi siempre anda algún que otro chico con un arma con la intención de robarle a alguien y acabar con su vida. Pero ese barrio, llamado por quienes viven por allí como "Villa Tranquilidad" por la extraña paz que hay por allí desde hace poco, es el lugar soñado por muchos. Casas grandes y espaciosas, una plaza para ir y disfrutar en familia, el shoping y un colegio de primaria y secundaria, dos por uno.

Mauricio nos invitó a acompañarlo a investigar sobre todo este tema. 

Al llegar al barrio indicado y encontrar la casa donde se dice que ocurrieron los hechos, vimos a dos mujeres bastante preocupadas. Una era la madre de la niña y la otra era amiga de la primera. Habían pasado la noche juntos luego de que hicieran un paseo casi familiar y que la niña quisiera alejarse de ellos para ir a correr con otros niños. Pero como es demasiado pequeña... ya ni modo.

Les preguntamos cosas sobre los niños. El niño se llama Lucas y la niña Milena.
Ellos nunca se alejan tanto de casa. a donde van bastante seguido ellos solos, es a la casa de su abuela, que está en frente de la que viven. Como por allí no pasan muchos vehículos, no hay peligro. Aunque Lucas, con 5 años, sabe respetar el tener cuidado la calle y tal. 

Luego que nos contó todo eso de la calle, nos preocupamos. Todas las veces que vemos niños pequeños cruzando la calle, siempre van acompañados de algún mayor. Sus padres, si tienen hermanos mayores, tíos, etcétera. pero este caso es muy particular, algo que solo las familias raras suelen hacer. 

Comenzamos a buscarlos. En su cuarto no estaban, y mucho menos en el patio techado donde solían jugar los días de lluvia.
Le preguntamos a la abuela, quien tampoco los vio. Se asegura que como desaparecieron en horas de la madrugada, tipo 3 o 4, todos estarían durmiendo y nadie vio nada. 

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