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sábado, 28 de agosto de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos, Capítulo 7

Buenas a todos. En esta oportunidad les traigo el capítulo 7 de mi historia, llamada La ciudad del caos. Espero lo disfruten Una nueva compañera había ingresado a mi grupo de clase. Se llama Rocío. Es una buena compañera, siempre intentando ayudar a los demás con lo que se pueda. Pero ella,    a diferencia de los demás, tiene algo que la hace única y especial. A pesar de tener problemas de motricidad a causa de una parálisis cerebral, siempre tiene unas ganas de vivir la vida sin más ni menos complicaciones. Rocío siempre anda con una sonrisa, sus ganas de ayudar con las tareas y sus canciones divertidas y locas en el recreo. Este año en el liceo en el que estudio, los directores dejaron de lado la exclusión, y decidieron dedicarse a la inclusión de personas con discapacidad en la institución. Personas ciegas y con baja visión, personas autistas que requieran estudiar en un colegio normal, y de los que tengan alguna complicación con la movilidad también son incluidas acá. Tal es el caso de Rocío, una chica de 14 años, que tiene lo que ya mencioné anteriormente. Cuando Juan y Melany, unos buenos amigos que tenía por allá, me hablaron de ella, pensaba. ¿Cómo haremos con ella entonces? ¿Qué será de ella con las tareas y cómo hará las cosas? Ya que siempre pensé que la parálisis podría afectarle en la memoria y se olvidaría de todo lo aprendido en el colegio. Pero ellos me lo explicaron todo. Resulta que nuestra compañera tiene solamente problemas de motricidad. No quiere decir que solo por tener esto le vaya a afectar en la memoria y eso. solamente que sus movimientos con las manos a veces se descontrolan un poco, y en fin... tocará saber más de ella en cuanto comiencen las clases. Pocos días después, comenzaron las clases. Todos vestidos con el uniforme nos presentamos en la institución escolar. Profesores, la dirección, trabajadores sociales, padres, ETC. listos para lo que sería la presentación y entrega de lo que sería la cartelera con los horarios. Yo entré a mi salón junto con el que se supone era mi grupo y unos profesores más. Entre tandas van, tandas vienen, ja ja ja, ji ji ji, y otros, ahí vi entrar a la chica que mis amigos me habían hablado. Allí estaba ella. Pelo largo, rubio y ojos azules, que parecía tener unos 14 años. Ella, sentada en una silla de ruedas, entró junto a su mamá al salón. Todos, menos yo, se pusieron a mirarla esperando algo de ella. Al entrar y decir "Buen día", nos dimos cuenta. Una chica se acercó y le habló en tono de como si le estuviera hablando a un bebé. le dijo cosas dulces como... "¿tas contenta que viniste a acá?" otros se acercaron con caramelitos y moneditas para regalarle una cada uno. Pero yo fui la única que tomó coraje y se acercó, se le presentó y dijo a los demás que de esa manera que hacían ellos, no se debe en una institución ya para adolescentes. —Pero Lore, lo que pasa es que ella es como una bebé. -dijo uno de los chicos mirándola fijamente. —¿Cuál es el lado de bebé que le ven a esta dama? yo la veo como una chica normal, con todo el derecho a venir a estudiar y luego dedicarse a lo que le guste. —Bueno, Lorenita. Lo que pasa es que ella... ella.... —Ella nada. -dijo una profesora. -ella es Rocío, tiene 14 años y viene a estudiar a este grupo, y ta. Nada más que eso. -continuó diciendo. Entonces, se me acerca en su silla, que se ve que tenía cómo manejarla ella. —¿Vos sos Lorena, no? —Sí, encantada. ¿vos sos Rocío, o Aitana, como sea. —¿Aitana? -me preguntó. —Aah, es que como andabas cantando una canción de Aitana hace un rato... -nos reímos las dos. Su manera de hablar era lenta, algo pausada, pero entendible al menos para mí. Mientras que otros compañeros aseguraban que hablaron con ella y no se le entendía nada de lo que decía. Luego de unos días, empezaron los problemas, los cuales iré contando en estos 3 capítulos siguientes, para no hacer tan larga la historia. Una vez, la profesora de historia pidió un trabajo en forma oral para evaluar qué tal presentábamos en esa modalidad. El tema era que Rocío, o "Rocío Aitana" como le decía yo de broma en los recreos, se sentía algo preocupada. Resulta que la tarea la teníamos que hacer en grupos, pero el grupo era en la casa. Todos ya tenían asignado su grupo (ya que la profesora decidió asignar ella misma) pero la pobre Rocío estaba fuera de todo. La profesora no la dejaba participar en las clases. Cada que levantaba su mano para pedir la palabra y decir algo, la ignoraba y daba el pase al siguiente que levantó la mano. Cuando ella se ofrecía para leer uno de esos libros que la profe mandaba, de igual forma la muy descarada la ignoraba, y así sucesivamente. Cada que había que hacer una actividad grupal, la chica quedaba fuera de todo. La profe mandaba descaradamente a que la llevaran a una sala de juegos infantiles que quedaba "a la vuelta de la esquina", pero los empleados ignoraban la petición. y así, nuestra colega iba bajando el rendimiento en la materia. En las demás materias, por ejemplo matemáticas, todo iba normalmente con ella. El profesor de matemáticas sabía la relación tan estrecha que llevábamos, que siempre nos juntaba para los trabajos en equipo en la clase. Sigamos con el caso: La profesora de historia había dado un plazo desde el 15 de mayo hasta el 25 de ese mismo mes para realizar la tarea domiciliaria grupal, pero Rocío estaba más excluida que como si fuera perro junto al tarro de basura. En una de esas, le pedí la dirección de su casa para poder ir a hablar con su mamá y contarle toda la situación, pues ya me sentía bastante preocupada. Al llegar a la casa, se dio la siguiente conversación: —¡Buenas! Yo soy Lorena, seguro tu hija te habló de mí alguna vez. —Encantada, Lorena. Me llamo Pamela, soy la mamá de Rocío. Ella me dijo montón de cosas buenas tuyo, que le gusta cuando te preocupas por ella e intentas ayudarla. Por cierto, ¿conoces a Bianca Flores? —Sí, Bianca es amiga de mi tía, Soledad Hernández. —Bueno, yo soy hermana de Bianca. Sé que nunca les habló de mí, pero es pura casualidad que te he visto con Bianca y tu familia pasar cerca de acá, mi casa. Luego de una buena charla y de contarle la situación a Pamela, quedamos en encontrarnos el jueves en el colegio para hablar, yo como testigo, con la directora sobre esta situación.