domingo, 7 de febrero de 2021

Una historia para contar. La ciudad del caos Capítulo 6

¡Buenas! En esta ocasión, les traigo el capítulo 6 de "La ciudad del caos". Espero lo disfruten La ciudad del caos Capítulo 6 Una mañana de sábado, temprano por cierto, me levanto a ver si encuentro algo para hacer mientras los demás van a un evento del liceo, la despedida de año de Magalí. Como yo ya la tuve unos días antes, no debía de qué preocuparme. Luego de darle de comer al gato y prepararme un café, me pongo a revisar mi correo electrónico en el cual tengo algunas cosas que estamos haciendo en colaboración con mi tía y una profesora. Se trata de un proyecto sobre tecnología y el desarrollo de una aplicación para computadoras y teléfonos, en la cual daríamos a conocer algunas de las cosas que vendemos en nuestra tienda. Algo como una especie de red social para negocios. Al ver que no había nada de tareas para realizar, me pongo a ordenar la casa, comenzando por mi cuarto. —Ya son las 10 y media. seguro están por llegar. -Me dije. De pronto, escucho un golpe en la puerta. Me pregunto si abrir o no, ya que quien siempre abría la puerta sin saber nada en cuestión, era Magalí. Pero hace unos días, mi tío le dijo que no debía abrirle la puerta a desconocidos, a menos que sean ellos, quienes siempre llaman del otro lado, por la ventana para avisar que ya llegaron. Esta vez, los golpes eran de una manera apresurada. No habían gritos ni nada por el estilo. Pero luego de que estuve un buen rato sin abrir, se fue. Lo sé porque cesaron los golpes. 10 y 54 de la mañana. Hasta que por fin llegan a casa. —¡Hola, mi sobrina hermosa! -Me dijo mi tía. —¡Tía! No sabes lo que me pasó. Estaba haciendo unas cosas mientras los esperaba. De pronto, escucho golpes. parecían ser en modo desesperado, como si alguien quisiera entrar a hacer algo a la casa. Pero no habían ni gritos, nadie llamaba a ver si abría. solo golpeaban. —¿Y no intentaste, o no te atreviste, a mirar por la ventana a ver quién era? —No, tía. Nunca pensé en ver por la ventana, pero para la próxima que suceda, lo tendré en cuenta. Luego de contarle la historia de lo sucedido, me dice: —Linda. Resulta que hace unos días, se mudó una familia más a la zona, y al parecer viven en frente de casa. Sara, la madre de familia, dice que sus hijos tienen hábitos bastante raros en comparación a los demás. El mayor, pasa una gran parte de la tarde con una escalera, subido a un árbol, quién sabe qué haciendo. El del medio va durante las noches y se acerca a ese árbol con una especie de linterna que encontró por ahí... haciendo... em... él dice que buscando algo, pero quién sabe. Los dos más chiquitos, se pasan dentro de su cuarto, mirando por la ventana, y durante las mañanas, uno de ellos sale de la casa, golpea puertas, pero nadie le abre por temor a que pase algo. Supuestamente sea uno de los chiquitos el que te está molestando. Luego de escuchar la historia, me voy a mi cuarto a pensar un poco. Pienso en qué es lo que debería hacer y qué es lo que estoy haciendo mal. Al otro día, mis tíos y Magalí salieron a hacer unos mandados y yo me quedé de nuevo sola en casa. De pronto, siendo las 11 y 20, escucho de nuevo golpes en la puerta y me decido a aplicar lo que me dijo mi tía el día anterior. mirar por la ventana a ver con qué me encuentro. Es una muchacha rubia y con ojos verdes, que lleva un papel en la mano. Como la ventana no tiene rejas, me lo entrega sin decir ni una sola palabra. Le digo "hola", pero resulta que no me responde. Le digo hola más fuerte, reacciona asustada, pero no me responde de ninguna manera. "Tal vez no habla este idioma". digo apenada. Así que la dejo de mirar mientras llevo ese papel en la mano. Al observarlo, me doy cuenta que en un lado, tiene un dibujo de unas flores algo raras, podría decirse. Al lado, se ve un paisaje bastante completo, lleno de árboles, plantas, animales y, junto a todo esto, una casa. Luego, del otro lado de la hoja, está la otra cara de la moneda. Se ven unos símbolos medio raros, cosa que no parece haber nada escrito en español. Así que algo extrañada, dejo el papel sobre la mesa de la sala. Cuando regresaron, le mostré a mi tía el papel, mientras le contaba sobre la muchacha que no respondía a mi saludo. —Mi amor, ahí sí que la tenemos complicada. Este papel está escrito con símbolos bastante raros y... ese idioma no parece ser español. —Pero, tía. ¿Sabes de alguien que sepa bastante (o al menos algo) sobre todo esto? —No, querida. La verdad es que no sé de nadie que pueda traducir esto, pero vamos a tratar de investigar juntos, toda la familia. Me puse a pensar un rato, porque la señora que me visitó esa mañana no era sorda, ya que ni me estaba mirando cuando le intenté hablar. Pero lo que sé, es que sí reaccionó al sonido de mi voz. Al otro día, estando mi tía y yo en casa, ya que Magalí y el tío salieron, escuchamos golpes en la puerta. Ella abrió y, para mi sorpresa, se pusieron a hablar las dos. Le dijo que era muda y que usaba el lenguaje de señas, pero no era sorda. Luego, le comentó el significado del papel, que si bien no me equivoco, le dijo que estaba escrito en francés. La nota traducida, decía: "Esta casa fue ocupada por una familia hace unos 10 años. Los dueños anteriores quisieron venderla ya que se habían comprado una mansión, producto de la riqueza que había obtenido el padre de la mujer dueña de la casa, la cual tomó como herencia cuando él falleció. Estas plantas, son el símbolo de todo el cariño que estos dueños tuvieron para con la naturaleza. y estas flores, me hacen recordar que el amor verdadero estuvo, está y siempre estará en buestros corazones". Lloramos al leer esa nota. Yo me preguntaba, ¿cómo fue que esta señora trajo este papel a nuestra casa? Pero resulta que había enviado varias de ellas a montón de vecinos, todas traducidas. Con nosotros, se equivocó, ya que no había visto bien cuál era la traducida y cuál era la original. Cuando mi tío y Magalí regresaron, les mostramos la nota, ya que ahora sí la teníamos traducida. —Lore, yo ya había visto esta casa. -me dijo Magalí. —¿Cuándo? -le pregunté. —La semana pasada, mientras iba a tomar un helado. Pero hoy de casualidad, mientras iba al mercado con tu tío, pasé por allí cerca, y te traje esto: Era una semillita bastante rara, sí. Pero luego recordé aquella flor que vi en el dibujo. Me dije que sí, y la planté en el patio de la casa. A los pocos meses, encontramos unas cuántas flores, todas iguales a la del dibujo de aquella hoja de papel, que no eran nada más ni nada menos, que una muestra de cariño hacia la naturaleza.

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