domingo, 3 de enero de 2021

Una historia para contar: La ciudad del caos, capítulo 3

Buenas. En esta ocasión, les traigo el capítulo 3 de La ciudad del caos. Luego de un tiempo sin publicar nada por acá. Ahí les vva, y feliz comienzo de año. La ciudad del caos Capítulo 3 Era una hermosa tarde de primavera, con un hermoso sol que se disfrutaba acompañado de un vientito suave y los pajaritos que cantaban. Magalí y yo estábamos sentadas en un banco en la plaza tratando de distraernos de lo que había pasado el día anterior, lo del video que circulaba sobre los padres de aquella niña, quienes robaban comida. —Linda, este día es lo más hermoso. el sol está disfrutable. ¿No crees? -Le pregunté —Sí, lo creo. Ahora vamos a ver qué hay en el almacén... creo que me dio algo de hambre. -Me dijo ella. —¡Yo sé a cuál podemos ir! -Le dije mientras revisaba si tenía dinero en el bolsillo. De camino al almacén, magalí me pregunta si estamos tomando mal camino, a lo que le digo que no, que está cerca de casa. —¡Llegamos! -Le digo. -Este es el almacén donde todo sale a precio más bajo. -Dije bromeando mientras entramos. Luego, me dispongo a saludar a Verónica, la mamá de mi compañera de clase, Paula. —¡Hola linda! Veo que vienes con una señorita a tu lado. —¡Hola! Encantada, me llamo Magalí. Soy una amiga de Lorena. —Encantada, yo soy Verónica, una vecina y amiga de la familia de Lorena. Luego de una charlita, compramos unas galletitas y un refresco para seguir nuestra tarde de plaza. Cuando llegamos a la plaza y buscamos un banco para sentarnos, descubro algo muy raro, tal parece ser que alguien nos está persiguiendo. —¡AAAA! -Gritamos las dos. —¡EEEE! -Grita el que nos persigue. —¡SUELTA ESE GATO! -Grito mientras el chico le tira de la cola a un gatito. —¡NO ME ATREVO HASTA QUE SE ENTREGUEN LAS DOS! -Dijo él. Entonces, aparece una señora y lo detiene, mientras nos cuenta que ese tipo se había robado unos cuantos dólares de un banco y se vino corriendo a la plaza... pero parecía que esa señora supuestamente era algo de ese hombre, que debía tener algo de 30 años. Ah, maldita. parece como si esto fuera un sueño, aunque no lo es... Magalí y yo nos espantamos y nos fuimos corriendo hasta el edificio. —¡Fue una corrida no apta para gente con problemas cardíacos! jajajaja. -Digo mientras me siento en un banco cerca de la escalera, a descansar un poco. —¿No te parece? -Responde ella. —Sí, aunque también me pareció muy triste y feo ver a ese hombre tirarle de la cola al gato... menos mal que una señora que pasó por allí logró evitar que pase algo peor. Dije. Llegamos a casa y mi tía nos estaba esperando. Cuando nos vio tan asustadas, nos preguntó que qué había pasado. le contamos la historia completa, de que volvíamos de comprar galletitas y ni si quiera pudimos comer a causa de lo que había pasado. Ella, nos entendió y pensó que sería bueno acompañarnos en nuestra próxima tarde de plaza. Aceptamos y al otro día, luego de almorzar, nos fuimos a la plaza. —Otro hermoso día para disfrutar en familia y distraerse un poco. -Dijo mi tía. —Sí. también es otro día para charlar sobre cosas que sean de nuestro interés. Al rato, aparece un hombre alto, delgado y que llevaba a su perro con una correa y nos saluda. —¡Hola! Me llamo Juan, me mudé hace unos días a esta zona. Encantado conocerlas, chicas. Ah, este es mi perro, Toby. —Buenas. Yo soy Soledad y ella es mi sobrina Lorena, y su amiga Magalí. también nos mudamos hace unos meses a estos lados. Y encantada de conocerlo. Y ese perro es hermoso. mi tía lo acariciaba por aquá y lo acarició mientras le decía cosas dulces. Luego, llegó el momento de volver a casa y volvimos a encontrarnos al chico que nos persiguió el día anterior. —¡AAAA! ¡AHÍ ESTÁ ESE CHICO DE VUELTA! -Gritó mi amiga. —¡EEEE! ¡QUE USTEDES HICIERON ALGO MUY MALO AYER! -Gritó él. Entonces, fue ahí que le contamos todo a la tía. Ese chico nos venía persiguiendo desde que regresamos del almacén. Nosotras no habíamos hecho nada malo. —¡Sí! Ellas denunciaron a mi hermano y a mi cuñada hace unos días. -Dijo con una voz más calmada. —¿Qué? ¡Nosotros no hicimos eso! -Le respondí yo. —No, señor. usted está equivocado. Nosotros no hicimos eso. Usted no se dio cuenta de lo que hizo. Nosotras veníamos por acá regresando del almacén y usted estaba por ahí, tirándole de la cola al gatito que tenía. —¡Uy! -Dijo mi tía. —Con razón fue la historia que ellas me contaron... Ahora, voy a ver qué hago. Magalí se sentó a mi lado mientras yo sacaba mi teléfono de mi bolsillo para escribir un mensaje a un amigo. Luego de escribirle, regresamos a casa y yo me puse a leer una información que me habían mandado en el colegio cuando, de repente, mi tía llega a mi cuarto gritando. —¡Lore, ven acá! necesito que me ayudes en algo. Acaba de llegar la policía y necesita testigos sobre lo que pasó ayer a la tarde. así que si quieres, ve a la sala, allí está Magalí contándoles su parte de lo sucedido. Al llegar allí, comenzamos la historia. Les conté que regresábamos del almacén y vimos cosas raras, a un hombre que le tiraba de la cola a un pobre gatito, que esto, que lo otro. Luego, mi tía contó que ese tipo era un amigo suyo y que no sabía cómo había llegado a tener ese mal comportamiento de maltratar a todos. Luego, el policía pidió la dirección de aquella casa, a ver qué podían hacer, encontrarlo y llevarlo a la comisaría local. Cuando se fueron, yo me fui a dormir tranquilamente a mi cuarto, deseando que todo siguiera bien y que pronto encontraran una solución a todos esos problemas. Al otro día, durante la tarde, llegó uno de los policías para avisar que ya habían encontrado a la persona que se encargó de tal crimen, pero que habían escuchado de parte de esa persona una versión de una historia que no tenía nada que ver con la que nosotros les habíamos comentado. Nos contó la historia de una familia que vivía en un apartamento, que eran una pareja y 2 niñas. Una mañana, la mujer había llamado a su cuñado para que vaya a su casa con su pareja y, así fue. Al llegar, resultó que iba todo bien, cuando comenzó una fiesta de todo, música, bebidas y los niños jugaban a las muñecas y los autos. Al rato, llegó la policía diciéndoles a la pareja invitada que se los llevarían. Pero del otro lado, había una familia que no tenía nada que ver, y que dicha familia había denunciado a los invitados. Luego de escuchar la historia, les explicamos que nosotros no fuimos, y los policías procedieron a despedirse a llevarse a ese hombre que maltrató al gatito y se robó un banco. Nosotras, más tranquilas, nos fuimos a tomar un café, ya que ni habíamos desayunado aún.

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